PSOE, evitar la guerra civil

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

29 sep 2016 . Actualizado a las 08:56 h.

Fue la guerra de los tres días. Un golpe de mano ejecutado con rapidez de comando. El lunes, un amargo despertar por Galicia y el País Vasco, unas demandas de reacción y unas exigencias de responsabilidades, tímidas en principio, desaforadas con el paso de las horas. El martes, formación del ejército de ataque: voces de rebeldía en el Grupo Parlamentario y tanteo de fuerzas en la Ejecutiva para no fallar el golpe. Y el miércoles, conspiración consumada: Felipe González alienta a los rebeldes, movimientos para sumar dimisiones en la Ejecutiva y sublevación. Se necesitaban 17 para cesar a toda la Ejecutiva y, con ella al secretario general, y se consiguieron. No se sabe muy bien quién ha sido la mano oculta ni lo pregunto porque me responderían: «Fuenteovejuna, todos los críticos a una». Pero me quedo con un dato: de los 17 dimisionarios, 7 son andaluces.

Ahora faltan los trámites a que conduce la conspiración consumada: dimisión obligada de Sánchez, Comité Federal, convocatoria (o no) de congreso extraordinario, quizá una gestora para el interregno, establecimiento de calendario, y elecciones primarias, obligadas en ese partido.

El orden de los acontecimientos no impide el resultado final. Quien lo impide es Sánchez, que se dispone a una guerra sin precedentes. Y en medio, la otra gran decisión: qué hace el Partido Socialista ante la investidura de Rajoy. Según frase que intenta describir el momento, el PSOE está dividido en dos: los que propugnan la abstención y los que se inclinan por repetir elecciones. Todo promete ser duro, dramático y probablemente histórico. Están en juego las condiciones de supervivencia del PSOE y la superación del bloqueo político. Y no descarte nadie que el señor Sánchez se presente a primarias y al congreso del partido. Ya lo insinuó y, por el momento, cuenta con el apoyo y la simpatía de la militancia. Sería la revancha y un capítulo más de la guerra civil del socialismo.

En cualquier caso, como lo que está en juego no es solo la superación de la agónica crisis socialista, sino la gobernación de este país, creo que Mariano Rajoy se ha vuelto a encontrar con la baraka. A poco razonables que sean las personas que vayan a decidir en el socialismo, entenderán que el PSOE no puede ir a las urnas en las condiciones en que se encuentra, con esa imagen de división y enfrentamiento. Sería ir directamente al matadero y volver a cosechar «los peores resultados de su historia». Una vez tumbado el autor del «no es no», lo coherente es la renuncia temporal a las aspiraciones de poder, apaciguar la casa, organizar el proyecto ideológico y consolidar a su líder o lideresa. Es lo que toca. Lo demás ¿qué sería? Seguir cavando una sepultura.