Lo de votar a Feijoo es un poco como lo de ser en Galicia del Real Madrid. Mucha gente es del Celta o del Dépor, pero en realidad son del Madrid. El voto a Feijoo es sobre seguro. «Sé que va a ganar. También soy del Madrid, porque sé que la mayoría de las veces va a ganar y voy a celebrar títulos y títulos». Arrimarse a la sombra poderosa del carballo. ¿A quién le gusta perder? ¿No quería ganar Leiceaga? ¿Dejó la judicatura para perder Villares? ¿Ana Pontón fue la sorpresa del debate para terminar así? Lo más injusto del resultado es que el tremendo trabajo de Pontón se haya perdido. Tres mayorías absolutas no son una broma. Dirán que Galicia es un sitio distinto. Yo creo que más bien distante. Dirán que unos votos pesan más que otros. Que hay un voto cualificado y otro que merece un calificativo. No es verdad. La democracia es así. ¿Ayudó la desfeita de Madrid? Muy probable. Nadie quiere más zozobra. El único que podía garantizar que había partido era Feijoo. Otro candidato del PP hubiese sido El Álamo para los populares. Es un tipo listo que lleva meses trabajando en la reelección. Cada consello de la Xunta era más social, casi parecía chavista en medidas para todos. Fue secando la marea y dejando que se estrellasen en la (di)gestión de las ciudades. Refugiados, desahucios... Siempre aparecía Feijoo, con medidas. Luego terminaron de disecarse ellos solos con sus disputas internas y encima con un candidato en prácticas, muy lejos de la ardiente leyenda de Beiras. No le van a enseñar a un político profesional a ser un profesional de la política. Populismo tiene dos pp y no es patrimonio de Podemos y los satélites. Solo le faltó a Feijoo cambiar él también los nombres de las plazas. Y así se llevó las elecciones de calle. Ahora tiene una bola extra por delante que, tal y como está el ruedo ibérico de la política nacional, le puede llevar muy lejos.