La política de la Xunta y el patrimonio geológico

Juan Ramón Vidal Romaní FIRMA INVITADA

OPINIÓN

05 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Galicia es afortunada, pues a pesar de su difícil geología, en 1834 ya contaba con el mapa de Guillermo Schulz, el primero de España y tal vez de Europa. Fue mejorado posteriormente (1940-1965) primero por Isidro Parga Pondal y luego por geólogos holandeses, franceses, alemanes, portugueses y españoles, aunque no fue hasta 1979 cuando, con el apoyo de Isaac Díaz Pardo y distintas universidades españolas (Complutense, Salamanca, Bilbao, Oviedo, IGME) y portuguesas (Porto, Coimbra) se desarrolla la Serie Nova Terra que reúne (hasta ahora) 47 tesis doctorales sobre Geología gallega.

Se trata de la versión mas moderna de la Geología gallega, aunque ha sido ignorado por la cultura, pues no está escrita en gallego, o sea, no existe. Pero este gran avance científico no ha servido de mucho, pues la Administración autonómica no entiende de Geología y ha diseñado, de espaldas a los geólogos que tan bien conocen Galicia, las leyes de Minería, Patrimonio Natural y ahora el flamante, abstruso e inútil Catálogo de paisajes de Galicia con su anexo de colores para las edificaciones. La Geología solo sirve para que quienes nunca han trabajado en ella busquen compulsivamente, como en la película Atrapado en el tiempo o el día de la marmota, nuevas minas, que siempre son las antiguas minas cerradas desde hace siglos, para explotar los «inagotables recursos mineros de Galicia». Es puro masoquismo que las antiguas explotaciones mineras sean ahora parte de nuestro patrimonio cultural con estatus de monumento protegido, que se restaura y conserva con el erario público para que veamos lo que había. Y, como en la Tierra Madre siempre llueve, Galicia es un viacrucis de escombreras, lagos y ríos artificiales donde la vegetación protegida son las plantaciones de molinos eólicos y la única ley respetada es la de la gravedad, que moviliza las escombreras ladera abajo.

Aunque la Xunta proteja virtualmente el medio geológico natural con figuras legales como parques naturales, monumentos naturales o Red Natura, parece ignorar que la geología evoluciona mas rápidamente que los seres vivos que habitan sobre ella. Un ejemplo: la mayor parte de la pomposa Red Natura (yo la llamaría Red Antinatura) está diseñada con uno de sus límites en el borde del mar, que, por el calentamiento global, ha subido más de 40 metros en los últimos 15.000 años. Y esto obliga a gastar ingentes cantidades de dinero para proteger la Red Natura de la naturaleza. Realmente irónico.

La pomposa Red de Parques Naturales de Galicia es como la Corte de los milagros del París de Víctor Hugo, donde se reunían todos los monstruos. La duna de Corrubedo, más que un parque natural es un tanatorio eólico, pues el viento no la alimenta con arena, ahora está bajo el agua y desaparecerá en menos de un siglo. La superficie del Parque Nacional de las Islas Atlánticas es cada vez menor por la subida del nivel del mar (buena idea la de añadirle el área submarina adyacente) y los únicos árboles que viven en un entorno tan hostil son eucaliptos, plantados en tiempos de Franco, pero recibe una insoportable presión turística.

Del parque natural de Serra de Enciña da Lastra, ocupado mayoritariamente por el ferrocarril, un embalse del Sil y una cantera, sabemos que existe cuando queremos visitar sus cuevas. Y el de las Fragas del Eume es la sentina de la central de As Pontes, mientras que el monte Aloia es el merendero veraniego de Vigo. Del parque natural de Serra de Queixa-Invernadoiro o del de Xurés-Baixa Limia no se protege lo más singular: el glaciarismo cuaternario. A mi juicio, la Administración gallega, de cualquier signo político, se ha equivocado al no tener en cuenta la geología, pero también por proteger zonas del territorio con dimensiones tan exiguas que son, más que parques, diminutos guetos para la vida, fragmentados además por una red de autopistas, autovías y carreteras que hacen imposible el libre tránsito de la fauna salvaje (sugiero una red de semáforos para los osos que viajan desde Asturias y Ancares hasta O Courel). Y ha dejado sin protección zonas como O Pindo, Pando, Traba, Barbanza, O Courel, Ancares, Pena Trevinca, Cabo Ortegal, Xistral, etcétera, que a lo sumo son lugar pintoresco, monumento natural o inmensas escombreras y plantaciones de molinos eólicos (O Courel, Pena Trevinca, Cabo Ortegal). Lo mas dramático de la legislación existente es que aparenta proteger la naturaleza, pero en realidad ha lastrado para siempre con normas inútiles o incompletas la conservación del patrimonio natural de Galicia.