La caja finlandesa

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

31 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay gallegas que parirán. Este es el gran suceso. Mientras la frase se desliza por la pantalla sin frases subordinadas resulta desconcertante reparar en lo extraordinaria que es. Mujeres aguerridas que se embarcarán en la penosa tarea de procrear. Amazonas valientes que todavía traerán hijos a este mundo. A todas ellas, unas 1.600 cada mes, Feijoo las recompensará con una caja finlandesa, un artefacto de naturaleza casi mágica rescatado de las tierras del norte en donde la naturaleza es feraz y las mujeres fértiles.

Al abrir la caja, las gallegas recién paridas se encontrarán plazas de guardería, jornadas hasta las seis de la tarde, oportunidades laborales, compañeros dispuestos a compartir la crianza de los nuevos seres, primas a la conciliación, el compromiso colectivo de que esa maternidad no interrumpirá una carrera profesional, la decisión general de que los padres estarán igual de involucrados en la causa, buenas escuelas públicas y en general una sociedad nueva en la que el relevo generacional se acometerá sin que nadie resulte penalizado por ello.

Todo eso habrá en la caja finlandesa que recibirán las gallegas desde agosto, unas semanas antes de que vayan a votar, antes incluso de que comprueben que ningún partido político hará de nuevo nada nuevo para superar la metástasis demográfica con la que andamos desde hace décadas.

Pero sí, habrá cajas finlandesas para las madres, adaptadas además a la idiosincrasia del país, lo cual, perdonen, es ya la coña final.

Vayan preparando las tijeras y las expectativas, vayan achicando la incertidumbre que siempre se abre ante una tras parir, porque al fin llegan las cajas finlandesas. Ya veremos luego qué hacemos cuando al rasgar el envoltorio aparezcan unos cuantos discos de lactancia, toallitas y un cedé con nanas, definitivamente lo que necesitamos para detener una crisis demográfica con rasgos de suicidio y pronóstico de bomba social.