En su libro El tiburón de doce millones de dólares, Don Thompson desolla las entrañas del caprichoso mercado del arte. Cuenta que para distinguirse y ser alguien en Manhattan hay que tener en la pared, al menos, un cuadro de valor desorbitado. No vale un coche de alta gama con más caballos que los que salen en una escena de Sergio Leone. La intención de comprar a Viacom el 49 % de los estudios Paramount por parte del grupo chino Dalian Wanda recuerda un poco el libro, aunque desde luego no es lo mismo. El magnate Wang Jianlin, un hombre que comenzó a forjar su imperio multidisciplinar en el sector inmobiliario después de haber pasado por el Ejército, tiene claro que el entretenimiento es el futuro. La industria del cine china está a punto de ganar el pulso a la norteamericana. Cada día va a más.
Como buen estratega, el señor Jianlin ha ido colgando compañías del ramo en su pared: AMC Entertainment, la segunda cadena de salas más grande del mundo; el famoso estudio Legendary; la empresa matriz de Cinesa, está construyendo un gran estudio en Qingdao... Pero le falta algo: el glamur de Gloria Swanson bajando la escalera en El crepúsculo de los dioses. Quizá por eso quiera poner su pica en los estudios de El Padrino, los mismos que tuvieron en nómina a la actriz. Pero la operación no será una película romántica. Porque por mucho que quieran sus directivos, el accionista mayoritario de Viacom, Sumner Redstone, no va a dejar marchar el glamur de la Swanson.