La estufa de la investidura

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

27 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Estamos muertos de calor, nos ofrecen una estufa y la compramos. En pleno verano. Pero es que somos irreflexivos y nos convencen con facilidad; nos cuentan una milonga y la aceptamos sin pararnos a razonar.

En pleno bochorno, nos están vendiendo la estufa de la investidura con unos argumentos que no resisten la mínima reflexión. El presidente en funciones no está dispuesto a ir al Parlamento, nos dicen, si no cuenta de antemano con los apoyos que lo eleven a su añorado cargo. Y es que las sesiones de investidura no se hicieron para llegar y ser elegido, aplaudido y felicitado, sino para que el candidato con su programa pueda poner al número suficiente de diputados a su favor. Para eso están, para exponer sus líneas de trabajo, para convencer y para demostrar un liderazgo que haga que la Cámara se rinda a sus encantos. Al Parlamento hay que ir a que te invistan, aunque para ello también te embistan; porque lo importante es el resultado final.

Puede que por aburrimiento o porque es su forma de hacer, quien tiene la responsabilidad de formar Gobierno porque para eso fue el más votado, ha delegado tal quehacer en los demás líderes, medios de comunicación, empresarios y ciudadanía en general, mientras intenta convencernos de que solo se presentará en sociedad con la garantía de resultar ganador. Porque entiende que las investiduras se tejen en los despachos, sin luz ni taquígrafos, y no en el Parlamento.

Y nosotros nos lo creemos, como creemos al embaucador que en los calurosos días de finales de julio nos vende una estufa último modelo. Y se la compramos sin pararnos a pensar que nos vamos a abrasar. Como con la investidura.