Conmociones

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

02 jul 2016 . Actualizado a las 10:32 h.

La babel del pasado fin de semana pasará a la historia. Los británicos decidieron dejar la Unión Europea y tres días después los españoles recordaron aquello de que en tiempo de desolación nunca hacer mudanza, y votaron lo que votaron. Las conmociones que trajeron estos episodios tuvieron su repercusión en el lenguaje.

Una gran mayoría de los españoles deben de estar cómodamente instalados en el inglés, a juzgador por los muchos anglicismos que empleamos. Así, el jueves de marras fue el Independence Day, en palabras de Nigel Farage, un cliché recogido sin demasiados escrúpulos en la prensa española. Era el día del brexit, del fracaso del bremain, acrónimo de british (o Britain) y remain, que unas veces aparecía así y otras solo como remain, la forma chic de designar la permanencia británica en la UE.

Al Independence Day le siguió el Black Friday, el viernes que se supo el resultado de la votación. A mediodía y ya se podía leer que «es probable que la idea del Nexit [sic] cobre un renovado impulso». ¿El nexit? Sí, es el resultado de la aplicación del patrón acronímico de brexit al nombre inglés de los Países Bajos, Netherlands (Nederland en neerlandés). A este paso, habrá que ir pensando en un acrónimo inglés para el día que los españoles quieran dejar la Unión. ¿Quizá sexit? (de Spain o spanish y exit).

El domingo, la cosa empezó con las israelitas. Hasta ahora teníamos por tales a las mujeres del pueblo hebreo. Sin embargo, por lo que decían los analistas en televisión, estas no eran señoras, sino las encuestas que se hacen interrogando a los votantes que acaban de depositar su papeleta. Un sondeo improvisado nos reveló que algunos telespectadores relacionaban las israelitas con Los diez mandamientos. Si se hubiesen sustituido por encuestas a pie de urna, todos se habrían enterado de qué se hablaba.

Con los primeros datos llegó la noticia de que no había el anunciado sorpasso. A las personas poco informadas -que son muchas-, el italianismo no les dice nada. Más bien les sugiere ideas (sorpresa, sopapo, zarpazo...) que nada tienen que ver con su significado real (adelantamiento).

La noche tocó techo con las emotivas declaraciones de nuestros líderes. Hubo a quien se le saltaron las lágrimas oyéndoles aquello de «los españoles y las españolas» o «los ciudadanos y las ciudadanas». Hasta una señora de Esquerra Republicana felicitó en televisión a «los catalanes y las catalanas». Los nacionalistas de allí se parecen a los políticos españoles más de lo que creen: «Els catalans i les catalanes podrem fer un pas definitiu cap a la independència».

Los que creyeron haber oído ya bastante optaron por irse a la cama. Algunos, con un libro. Otros, a dormir arrollados por el ruido de las olas, como dice la publicidad de un coqueto hotel rural.