Sánchez y Rivera se creen que siguen en el debate

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

01 jul 2016 . Actualizado a las 07:47 h.

Han pasado 19 días, pero tanto Pedro Sánchez como Albert Rivera han quedado atrapados en un extraño y misterioso bucle que les lleva a creer que están todavía en el debate a cuatro del 13 de junio. Como si el tiempo se hubiera detenido y ambos permanecieran en aquel decorado, los líderes del PSOE y de Ciudadanos siguen mirando fijamente a la cámara, esperando a que en cualquier momento Vicente Vallés les formule una pregunta, con la esperanza de sabérsela y conectar así un directo a la mandíbula que tumbe definitivamente a Mariano Rajoy. Si no fuera por ese miedo atávico a las terribles consecuencias que acarrea espabilar a los sonámbulos, darían ganas de agarrarlos de las solapas y decirles que despierten de una vez; que la campaña ha terminado; que las elecciones ya se han celebrado; que Rajoy ha ganado; que le ha sacado 52 escaños al PSOE y 105 a Ciudadanos; que todos los partidos han retrocedido salvo el PP, que ha sumado 14 escaños y 600.000 votos; que la fiesta ha terminado; que ya no es tiempo de eslóganes ni de frases, y que ahora lo que toca es formar Gobierno cuanto antes.

Seis meses de parálisis, desgobierno y descrédito para España no han sido suficientes, por lo que parece, para que ambos comprendan el daño que le hacen a su país con su juego de habla tú primero con Rajoy, que a mí me da vergüenza después de las cosas que he dicho. Es comprensible el desconcierto de Sánchez y de Rivera, y hasta el patatús de Pablo Iglesias, al comprobar que aquello del triunfo de las fuerzas del cambio se ha traducido en que todos ellos pierden votos y escaños mientras el PP sube en todo. Pero la resaca está durando ya demasiado. Los españoles necesitamos un Gobierno y lo que se espera de unos dirigentes políticos que no tienen ninguna posibilidad de gobernar es que superen su razonable cabreo y permitan cuanto antes que gobierne quien esté legitimado para ello. No gratis, naturalmente, pero sí mostrando desde el minuto uno su disposición a negociar y a encontrar una salida al atolladero en el que nos hemos metido, aunque sea poniendo severas condiciones a Rajoy y ejerciendo luego una durísima oposición en el Parlamento.

Seguir jugando un segundo más con la posibilidad de que España vaya a unas terceras elecciones, o con la de forzar dos votaciones de investidura fallidas de Rajoy antes de dejar gobernar al PP, como están haciendo Sánchez y Rivera, pero muy especialmente el líder socialista, es una irresponsabilidad que puede resultarles muy cara no solo a ellos, sino a todos los españoles, además de inútil, porque es obvio que si forzaran nuevas elecciones, PSOE y Ciudadanos sufrirían un castigo durísimo y el PP solo reforzaría su victoria. Es de esperar, por tanto, que el fin de semana les sirva de sosiego a Sánchez y Rivera y que, cuando Rajoy les llame, le aclaren ya sus condiciones para permitir que se forme Gobierno. Cualquier otra cosa solo indicaría que ambos siguen atrapados en el bucle del debate.