Reflexiones sobre el proceso electoral 26J

OPINIÓN

01 jul 2016 . Actualizado a las 10:15 h.

Los resultados de las elecciones del pasado 26 J han revelado el fracaso de las encuestas y sus «cocinas», que exigen una urgente renovación de las metodologías que utilizan las empresas dedicados a sondeos de opinión. Más que nunca, las prospecciones electorales han sido protagonistas de una campaña que discurrió tomando como eje sus erróneas predicciones, y casi ajena a los debates a fondo sobre las propuestas de cada formación política para afrontar los graves problemas que tiene la sociedad española.

La constancia, una vez más, de que la integración de fuerzas políticas en una coalición electoral no se convierte en una suma aritmética de votos, pone en evidencia la falta de rigor al no utilizar estudios cualitativos y observar lo que era un secreto a voces: la absorción de IU por Podemos no se asimilaba por los votantes de IU como una unión entre iguales.

Tampoco supieron predecir el aumento significativo del voto conservador, motivado por la estrategia de polarización diseñada por el PP, con el beneplácito de Podemos. El efecto «Brexit» se minusvaloró inicialmente, y al final fue muy importante por la incertidumbre y los efectos que se produjeron en el ámbito financiero y bursátil, ayudando también a acallar momentáneamente el gravísimo escándalo de las grabaciones del Ministro del Interior y del Jefe de la Oficina antifraude de Cataluña.

El PP ganó las elecciones por estrategia electoral y no por haber planteado nuevas propuestas que sedujesen al electorado, con lo que los problemas reales están presentes al día siguiente del proceso electoral con la misma intensidad que antes, con el reto de la gobernabilidad como prioridad absoluta. Un partido que en cuatro años y medio ha perdido 49 escaños no puede celebrar su triunfo con fiestas, sino que debería pensar cómo tomar la iniciativa con nuevas propuestas políticas para regenerarse y ,como no tiene mayoría absoluta, se verá obligado a modificar Leyes que tienen hoy un amplísimo rechazo en nuestra sociedad. En sus manos está el tomar la iniciativa para conseguir el apoyo de otras formaciones de centro derecha, pero puede pretender que sean los demás los que se la faciliten desde su inmovilismo tradicional.

El PSOE, como segunda fuerza política, no obtuvo buenos resultados ya que perdió 5  diputados, quedando a 59 parlamentarios del PP, pero palía su derrota con un éxito indudable que es mantenerse como fuerza hegemónica de la izquierda. El Partido Socialista ayudará a la gobernabilidad, pero tiene que hacerlo desde la oposición, sin perder la coherencia con su programa y, sobre todo, pensando en ese electorado que sabe que en España tiene que haber un cambio real, al que no vamos a renunciar de ninguna manera.

Unidos-Podemos, la gran perdedora de estos comicios, no consiguió el deseado sorpasso debido a sus propios errores y a la falta de credibilidad de sus propuestas. Su forzada alianza con Izquierda Unida fue una absorción y una verdadera humillación en algunos lugares, como Asturias, en donde la federación de izquierdas representaba un 8,45% del electorado, y no quisieron poner a ningún candidato de IU en puestos de salida. Aunque Podemos representaba en esa comunidad autónoma un 21.33%, la suma de los dos  resultó ser un 23,78%, quedando por debajo del PSOE tanto en el Congreso como en el Senado. Su camaleónica transfiguración en un escaso período de tiempo, desde la transversalidad a la sobrevenida socialdemocracia, la atención al marketing electoral por encima del rigor, su egoísmo partidista de no apoyar el 20D la investidura del PSOE si no eran ellos la primera fuerza de la izquierda, y la introducción en su programa del derecho a decidir, fue un coctel difícil de asumir en tan poco tiempo .Perder más de un millón de votos en seis meses es una derrota sin paliativos.

Ciudadanos también ha salido damnificada, perdiendo 8 diputados, producto de la estrategia de polarización de toda la campaña y de los acontecimientos finales del «Brexit», que inclinaron a parte de los electores de la derecha al PP, en busca del voto útil .

Corresponde ahora a Rajoy tomar la iniciativa y recabar apoyos  para su investidura con planteamientos programáticos concretos que le permitan gobernar en coalición o en minoría, con formaciones parlamentarias en el espectro político del centro-derecha. Tendrá que negociar programas, Leyes y Reformas Constitucionales, donde las fuerzas políticas de la oposición podrán jugar también un papel importante en su lucha irrenunciable por un empleo de calidad y con derechos; a erradicar la pobreza y el aumento de la desigualdad;  a consolidar un Estado de Bienestar que proteja a todos por igual; a la sostenibilidad de las pensiones; a la igualdad entre hombres y mujeres y a la regeneración de nuestro sistema democrático, con una Reforma Constitucional desarrollada con el mayor consenso posible.

Quedan también pendientes muchos retos, entre ellos reforzar nuestro papel en Europa, en donde tenemos que ayudar a que se consolide el Proyecto Europeo de los 27, y evitar que los populistas y ultranacionalistas consigan imponer una serie de referendos en distintos países que hagan volar  por los aires el proyecto de construcción de una Europa fiel a sus principios, que se consolide como  potencia económica, pero también como potencia en derechos civiles y bienestar social.

Como van a seguir las tensiones territoriales en nuestro país, es una prioridad impulsar un proyecto federal integrador, evitando caer en la tentación de desarrollar en partes de nuestro territorio referendos de autodeterminación, que pondrían  en riesgo no solo nuestro modelo de Estado sino también la cohesión social y territorial, con efectos demoledores sobre la caja única de la seguridad social y  la financiación solidaria de nuestros servicios públicos esenciales.: educación, sanidad, protección social y pensiones.

No debe ser ajeno a este debate territorial la futura revisión de la financiación autonómica. Comunidades como Asturias, Galicia o Castilla y León nos jugamos mucho, con elementos singulares muy parecidos de envejecimiento poblacional y dispersión, que deben luchar juntas para que estas características poblacionales sean reconocidas en su modelo de financiación, venciendo las amenazas de insolidaridad  de algunos sectores soberanistas y de otras Comunidades que invocan para sí privilegios de baja fiscalidad. Todos debemos de tener en cuenta que hay que defender mismos derechos y mismas obligaciones, más allá del lugar de nacimiento o de residencia. Ese es el espíritu de equidad que atesora nuestra democracia y al que no debemos renunciar.  

Hay que levantar la mirada, pensar en los intereses generales de nuestro país y  servir a los ciudadanos en sus necesidades por encima de todo.