La corrupción como mascota

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

29 jun 2016 . Actualizado a las 09:55 h.

Están decididos a aceptar la corrupción como animal de compañía. Y convertirla en su mascota para que los acompañe el resto de sus días. Se acostumbraron tanto a ella que les resulta dificultoso romper con los lazos y de ahí que les parezca mucho más llevadera la convivencia.

Los resultados de las elecciones del domingo nos revelan que la adopción de las prácticas corruptas como mascota de compañía agrada a un sector de votantes, especialmente a los más afectados, como ha acontecido en Granada, Madrid, Valencia, Valdemoro y Murcia, por citar solo algunos lugares en los que ha resultado premiado este estilo de gestión. Los señalados en los mapas como fábricas de corruptelas y podredumbre tuvieron su premio en forma de apoyo electoral.

Y sorprende esta actitud en un país que sitúa a la corrupción como su segundo problema, muy por encima del económico o de la calidad del empleo, por mucho que ahora nos vengan con que se votó bajo la amenaza del brexit y con la presión de formar Gobierno. Porque los británicos y Europa tienen poco que ver con que nos hayan desplumado y no paguen por ello. Los estudiosos aseguran que un ciudadano solo cambia el voto cuando existe otro partido que le ofrezca, al menos, la misma confianza. Por eso las formaciones que toman la defensa de la honestidad como bandera han de darle una vuelta a sus ofertas electorales. Porque quizás esa sea la clave para comprender por qué un ciudadano prefiere seguir votando a corruptos que a quienes dicen no serlo. Tienen que detectar qué hacen mal para que decenas de miles de votantes hayan adoptado la corrupción como amuleto y mascota.