La aversión al riesgo

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

27 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Sucedió lo que tenía que suceder: las elecciones de ayer reafirmaron los resultados de hace seis meses, aunque también incorporan algunos cambios significativos. Uno es medible en términos reales y otro virtual. El real es que se ha producido una vuelta atrás en la reformulación del espacio de la derecha en España: vuelven a casa una buena parte de los votos que el PP había perdido en beneficio de Ciudadanos el 20D. En términos cuantitativos, el campo de la derecha apenas varía porque los diputados en los que aumenta el PP son prácticamente los mismos que pierde Ciudadanos. El otro cambio es virtual: el PSOE y Unidos Podemos tienen resultados similares a los de hace seis meses, lo que supone una diferencia sustancial con lo que anunciaban todas las encuestas.

Dado el amplio consenso de los estudios demoscópicos previos parece evidente que se ha producido una variación significativa entre la forma en la que se iba a votar y el resultado final. A falta de análisis más detallado, una explicación posible es el incremento de la aversión al riesgo, en el que tiene un papel destacado el brexit. En situaciones de incertidumbre, con miedo a lo que pueda pasar, la tendencia natural es elegir valores refugio. Y estos, en política, son los partidos tradicionales. El PP crece lo que pierde Ciudadanos y el PSOE se mantiene por lo que no avanzó Unidos Podemos.

Hay, por lo tanto, unos resultados del PP y del PSOE sensiblemente mejores que los que se preveía y eso sin duda va a reafirmar a sus líderes. Lo cual, siendo bueno para ellos, introduce una enorme dificultad en la formación del Gobierno, que es en definitiva el objeto fundamental de las elecciones. Mas allá de los resultados de cada partido, el escenario global es preocupante, porque no hay ninguna fórmula de Gobierno medianamente creíble. Obviamente, ni el PP con Ciudadanos ni el PSOE con Unidos Podemos alcanzan una mayoría suficiente para gobernar, y eso obliga a acuerdos en los que participen al menos tres fuerzas algo que, teniendo en cuenta los resultados, la campaña y las declaraciones de los líderes, no parece muy probable.

El PP es sin duda el partido que mejor sale de las elecciones, pero debería tener cuidado con la euforia, porque no hay motivos para ella: perdió más de tres millones de votos y tiene casi 50 diputados menos que en el 2011, y eso es sin duda un enorme retroceso, como consecuencia del enfado de la gente con la corrupción y los recortes. La concentración de votos de la derecha y la mayor abstención de la izquierda explican su mejora, pero si insiste en mantener la misma estrategia de gobierno, volverá a caer.