Injusto futuro para los jóvenes

Rosa Paíno
Rosa Paíno APUNTES

OPINIÓN

25 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras la tristeza y el estado shock en que deja a todos los europeos, incluidos al 48 % de los votantes británicos que apoyaron el in, está la incredulidad. ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué Unión Europa dejamos a la siguiente generación, si es que resiste? ¿Es todo culpa de las duras políticas contra la austeridad? ¿De la crisis de los refugiados? ¿Vamos hacia una Europa de los extremos? Demasiadas preguntas sin respuestas, que inevitablemente nos retrotraen a pensar si estamos tomando el camino de pasados y muy malos tiempos en el Viejo Continente.

La lista de consecuencias que deja el sí al brexit encoge el estómago y el corazón. Lo doloroso es que con esas consecuencias tendrán que bregar nuestros hijos. Los más jóvenes son los que más tiempo tendrán que vivir con una decisión con la que la mayoría no están de acuerdo (el 64 % de los británicos de entre 18 y 24 años querían quedarse en el club comunitario). 

Los británicos de más de 50 años de edad que viven en zonas rurales y con escasos estudios son los que decididamente han apostado por el out (hasta el 58 % de los votantes mayores de 65) y con ello han decidido cómo vivirá toda una generación del siglo XXI, mejor preparada que ellos, urbana y con miras más amplias. Teniendo en cuenta los baremos sobre esperanza de vida, los que apoyaron el brexit vivirán con ello sus próximos 30 a 16 años. Los jóvenes, 70. 

El histórico referendo deja una brecha generacional insalvable, además de la territorial y política. Los jóvenes querían quedarse dentro de un bloque que les da libertad para coger una beca Erasmus, moverse por Europa y convivir con italianos, polacos o españoles. Los mayores, en cambio, solo veían una invasión de inmigrantes que había que atajar y una fuga de dinero que malgastaban los burócratas de Bruselas

«Mis hijos tendrán menos oportunidades en el futuro», se lamentaba ayer a la agencia France Press la londinense Anne-Marie Williams, de 51 años. «No podrán viajar y estudiar con tanta libertad. ¿Y por qué? Porque la gente mayor ha decidido sobre el futuro de los jóvenes. Eso no es justo», dice.