Venezuela, en el corazón (de las urnas)

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

28 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Líbreme Dios de desconfiar del Gobierno de la nación. Y mucho más, en tiempo electoral. Líbreme Dios de incluir ninguno de sus pasos, ninguna de sus intenciones, ninguna de sus acciones en un ningún oportunista aprovechamiento electoral. Demasiadas veces escuchamos a nuestros ministros que ellos siempre se guían por los intereses nacionales. Siempre, que no haya duda, y jamás han dado motivos para desconfiar de sus palabras. No hay un solo acuerdo del Consejo de Ministros que haya buscado una renta de votos. Si esa renta les ha caído por alguna decisión que hemos juzgado electoralista, ha sido porque la Divina Providencia actúa con justicia y favorece a los patriotas desinteresados. Los intereses electorales son propios de gente menor, de políticos de bajo nivel y de oportunistas con poca conciencia, y por eso la Providencia los castiga con la penitencia de la oposición.

De acuerdo con estas convicciones, resulta evidente de toda evidencia que este Gobierno convocó el Consejo de Seguridad Nacional para hablar de Venezuela sin tener presente para nada que dentro de dos semanas comienza la campaña electoral, ni que su ladrón de votos Albert Rivera estuvo por allí con amplia presencia en todos los telediarios. Ese Consejo fue convocado porque Venezuela preocupa a este gabinete desde hace muchísimo tiempo, hombres de poca fe. «Nosotros no hemos descubierto Venezuela en campaña», aseguró la vicepresidenta sin que le diera la risa; quiero decir que lo dijo con toda la seriedad que corresponde a su alta función de portavoz.

La prueba del rigor no electoralista del Gobierno está en las decisiones adoptadas. La más elocuente, el auxilio a los 200.000 ciudadanos españoles que viven allí. Eso se había anunciado como preocupación, pero, quizá por efecto de la devaluación, se quedó en un aumento de sueldo y de seguridad a los empleados de la embajada, que no creo que sean 200.000. También se había mostrado inquietud por los intereses de las empresas españolas en Venezuela, pero las decisiones deben de haber sido de alto secreto, porque no se han desvelado. Seguro que las hubo, pero no se ha comunicado ninguna. Y hubo la concesión de doble nacionalidad a varios venezolanos, que ya estaba concedida o prometida, pero queda de mucho ringorrango si la anuncia un Consejo de Seguridad Nacional.

Así las cosas, ha sido una reunión de alto copete, cuyos acuerdos (perfectamente prescindibles) podían ser adoptados en comisión de subsecretarios. Si se incluyó a Venezuela en el orden del día y no se hizo con intención electoral, solo me queda una explicación: pensaron que así acongojaban a Maduro. Le han disparado, cargado de ministros y militares, un Consejo de Seguridad Nacional.