Duele

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro DE BAR EN BAR

OPINIÓN

05 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo invitó a cenar en el restaurante más sofisticado de la ciudad. Un misterioso halo romántico, envolvente y terciopelo, lo había convertido en el lugar elegido por las parejas. Tras la cena, calma y canciones tan lentas que mil hormigas caminaban el vientre de los amantes. Mientras ella hablaba de lo hermosa que había sido su vida, tan juntos desde niños, él dejaba ir la vista en una nebulosa que solo sus ojos podían alcanzar. Le habló de lo complicado que había sido el año y prometió que aquella noche, su aniversario, dejaría de preocuparse. Cómo estás, mi amor, le preguntó, parece que no te interesa lo que te cuento. No es nada, cariño, me molesta la cabeza, ya sabes, la oficina. Risueña, tan feliz como cuando era niña y él la columpiaba. Después los primeros bailes bajo la luz cetrina de una bola de cristal y, en la media hora de lento, los besos prohibidos que nadie nunca les pudo prohibir. Vinieron los te quiero y los proyectos, salud y enfermedad, ningún hijo, pero tantos viajes que el globo era una magdalena donde clavaban alfileres cada desayuno. El primer plato lo compartirían como siempre. El segundo, ella pescado. A él le daba igual. Sonrió y dijo: lo mismo que tú, cielo. Tirarían la casa por la ventana y pedirían un 200 monjes, tan tinto y suave como una noche durmiéndome en el sofá contigo, pensaba. Continuó hablando y el carmín de sus labios rojos marcó el borde de la copa. Él seguía ensimismado, cabizbajo, sorbiendo el vino como si dentro nadase un agrio brebaje de arañas. Llegó la música. Una canción. Duele, se titulaba: es como si un huracán se llevara todo lo que fuiste hasta hoy, decía. Ella se fue pisando los charcos de su tristeza. Lloraba.