Pedro Sánchez, con faldas y a lo loco

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

03 may 2016 . Actualizado a las 09:46 h.

Más allá de los inmensos errores políticos que ha cometido Pedro Sánchez desde que el pasado 21 de junio fue proclamado candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno, hay algo penoso en su obstinación por mantener la entelequia de que logrará llegar a la Moncloa en virtud de un acuerdo del PSOE con Podemos y Ciudadanos. Tanto Pablo Iglesias como Albert Rivera le han dicho ya, por activa y por pasiva, y con toda lógica, que eso no va a suceder jamás, porque Podemos y Ciudadanos no solo mantienen enormes diferencias en lo ideológico, sino que defienden dos modelos absolutamente antagónicos para España en lo político y lo económico. Que escoja una novia, si quiere, pero que nunca acabarán formando un trío. Por si no le hubiera quedado claro que no va a ser presidente por esa vía, Pablo Iglesias se encargó de demostrárselo al convertirle en el primer candidato a la investidura en ser rechazado por partida doble, dejándole en el Congreso con unos escuálidos 131 votos a favor frente a los 219 en contra.

No está claro si Sánchez no lo ha entendido todavía o si toma por tontos a los españoles, pero, a pesar de esa doble humillación, insiste en que acabará formando un trío con Podemos y Ciudadanos. Su ridículo empecinamiento recuerda mucho al diálogo final de la película Con faldas y a lo loco, del genio Billy Wilder. En ella, Joe E. Brown interpreta a Osgood Fieldieng, un hombre enamorado de Jerry, el personaje interpretado por Jack Lemmon, creyendo que se trata de una mujer porque se ha pasado la película haciéndose pasar por una cantante llamada Daphne. A bordo de una lancha, Jerry/Daphne trata de convencer a Osgood de que no puede casarse con él porque no es rubia natural; porque fuma mucho; porque tiene un horrible pasado y porque no puede tener hijos. A todos esos problemas les encuentra Osgood solución. Jerry, desesperado, se arranca la peluca y, para acabar con la farsa, le grita: «¡Soy un hombre!». Pero Osgood, impertérrito, le responde: «Bueno, nadie es perfecto».

El problema es que Sánchez no solo se empeña en casarse con quien no le quiere, sino que cierra la puerta a cualquier otra posibilidad, no ya de convertirse en presidente, sino de que España tenga un Gobierno. En lugar de no hablar de pactos hasta que se celebren las elecciones, como hace cualquier político sensato, se sitúa a la defensiva y jura y perjura de antemano que nunca pactará con el PP, ni siquiera en el improbable caso de que el PSOE gane las elecciones. Y descarta también cualquier posibilidad de pactar solo con Podemos, porque necesitaría el respaldo de los independentistas. Si no puede pactar con el PP, tampoco puede pactar solo con Podemos, y ya le han dicho que el acuerdo simultáneo con Podemos y Ciudadanos es imposible, ¿a qué juega Pedro Sánchez? ¿Cómo y con quién pretende gobernar? Mientras no lo aclare, votarle a él será apostar por prolongar el bloqueo que nos ha llevado a este desastre.