La odisea de Núñez Feijoo

María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

03 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Kavafis no pensaba en Alberto Núñez Feijoo cuando escribió su poema Ítaca. Tampoco Homero nos contó la historia de Ulises pensando en analogías posteriores, pero es muy propio de los mitos convertirse en arquetipos.

Sin duda, la decisión anunciada por el actual presidente de la Xunta de postularse para la reelección, tiene algo que ver con un viajero que busca y no encuentra a tiempo el destino deseado, transformado en utopía imposible.

Falta averiguar cuál es la Ítaca inalcanzada, porque Galicia no lo es. El camino recorrido por Alberto Núñez Feijoo a lo largo de los últimos ocho años lo colocaba en la pool position de los favoritos como el recambio joven, aunque suficientemente preparado, capaz de llevar al Partido Popular a una estabilidad en los gobiernos que ahora parece inalcanzable.

Pero en la política pragmática, y la derecha siempre lo es, no es aconsejable desear lo que no se sabe si se podrá conseguir.

Cuando los vientos soplan ábregos para la derecha española, puede reconfortar el refugio de las rías, los valles frescos y las montañas suaves de Galicia, aunque esta tierra se desangra demográficamente y enfrenta el futuro con un millón de personas mayores de 55 años a día de hoy, con cifras de escándalo para la diáspora renovada de los últimos cuatro años y se ve incapaz de atraer mano de obra foránea por falta de expectativas laborales para propios o ajenos. Es el mal menor.

Mientras, la marea de corrupción enfanga a un partido que gobernó relajadamente autonomías, ayuntamientos y el propio Estado, como si nunca pudiera ser cuestionado su proceder y amenaza con dejar al Partido Popular al pairo, buscando desesperadamente renovarse sin tener que cerrar por defunción. Necesitan situar sus expectativas en posibilidades verosímiles.

Alberto Núñez Feijoo pudo haber sido lo que Fraga no llegó a ser. Hoy, recoge el testigo de Don Manuel y se queda, como el patriarca enseñó, conforme y apasionado a un tiempo: la misma emoción en el tono e idéntico mensaje en el fondo.

La sucesión se ha completado. Ya lo dijo el poeta: «No has de esperar que Ítaca te enriquezca. Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje. Sin ella, jamás habrías partido, mas no tiene otra cosa que ofrecerte. Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado. Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia, sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas».