España toca fondo político y moral

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

22 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Como sé que están ustedes de vacaciones o a punto de comenzarlas, me permito recomendarles que las disfruten, porque si deprimente era la situación que dejaron atrás al emprender su ruta hacia la playa, el campo o lo que toque, lo que encontrarán a su regreso es un escenario directamente atroz. Llevamos muchos años de caída vertical, pero el momento político que vive España es tan triste y desalentador, que solo la imposibilidad de que se pueda caer más bajo alumbra el rayo de esperanza que supone imaginar que hayamos tocado fondo. No va más.

Nos vendieron la segunda transición, los nuevos pactos de la Moncloa, la regeneración moral, la política con mayúsculas. Y lo que tenemos es un país democráticamente empobrecido como nunca, a la deriva y en manos de oportunistas, en el que a la ciudadanía ya ni le escandaliza que Rita Barberá, sepultada en billetes de 500, se niegue a dimitir y lance amenazas sicilianas a su propio partido, o que a Gómez Besteiro haya que sacarlo con fórceps del cargo pese a estar imputado por diez delitos. ¡Diez!

Descartada ya cualquier dignidad en las negociaciones para formar Gobierno, los líderes juegan a la gallinita ciega para ver si así hacen pareja, aunque sea a costa de olvidar los principios, esa cosa molesta. Y mientras lo que España necesita es que alguien ponga cordura entre tanto despropósito, lo que tenemos es un Gobierno a la fuga que se niega a ser controlado por el Parlamento y se atrinchera en la Moncloa, como el inquilino que, avisado del desahucio, destroza el mobiliario antes de entregar las llaves.

El drama es que quien aspira a jubilar a ese Gobierno es un político que, a medida que se le agota el tiempo para conseguir la investidura, rebaja su precio político, como el pescadero en la subasta, tratando de dar salida a un género en mal estado. Después de ponerse estupendo con Ciudadanos, Sánchez admite ya la coalición con Podemos y hasta negociar con el sedicioso Puigdemont. Acabará ofreciendo a Pablo Iglesias un Gobierno fifty-fifty y a los independentistas una consulta, aunque sea de pega. Sánchez busca novia desesperadamente, porque si no, a la vuelta de la esquina le esperan Susana y los suyos. Ese es el nivel.

Pero, por si alguien creía que hay esperanza más allá del bipartidismo, Podemos se encarga de desmentirlo al enseñarnos que su método para la regeneración moral del país es el que ya se ensayó el siglo pasado en la Unión Soviética: enviar al gulag al disidente. Si a todo esto le añadimos dislates como que el líder del sindicato UGT, que debe defender a trabajadores de toda España, sea un independentista catalán, o que un ex etarra tenga aspiraciones de ser lendakari, habrá que pensar que estamos tocando fondo, aunque solo sea para no deprimirse. Lo dicho, pásenlo bien, aunque no puedan gozar tanto como nuestros señores diputados que, abrumados por su ingente trabajo (un pleno ordinario han tenido desde el 20D), se acaban de regalar tres semanas enteras de vacaciones. Que las disfruten.