Rajoy y Sun Tzu

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

21 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Resulta sospechoso que sean sus adversarios políticos los que más insisten en aconsejarle a Mariano Rajoy que se retire o facilite su relevo al frente del PP. Es como si estos rivales hubiesen hecho una precipitada y chapucera lectura de El arte de la guerra de SunTzu, escrito hace 2.500 años, y le hubiesen visto una aplicación directa en este caso. Porque en ese manual hay máximas que, en efecto, son de aplicación en la vida política (y no solo en la militar, como creen algunos). Un ejemplo: «El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar», que al parecer es lo que pretenden ahora quienes aconsejan a Rajoy con un gran desprendimiento de miras. ¿O de retina?

Rajoy podría contestarles, con el mismo manual milenario en la mano: «Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo, y saldrás triunfador en mil batallas». Porque Sun Tzu tenía doctas respuestas para todos los casos y situaciones. Así, advertía que «no hay ningún país que se haya beneficiado por guerras prolongadas». Cambie el lector lo de guerras prolongadas por campañas electorales interminables y quizá extraiga alguna conclusión útil que nada tendrá que ver con la presencia o no de Rajoy en las campañas.

La realidad es que el presidente del PP ganó las últimas elecciones con un resultado insuficiente para gobernar en solitario. Esta es la verdad. Como es cierto que el PSOE obtuvo con Sánchez sus peores resultados y que Podemos y Ciudadanos han comparecido con éxito, aunque no con mayorías. Todo esto estamos hartos de saberlo, pero cuando le piden al ganador que se vaya, quizá convenga recordarlo una vez más.

Dicho esto, no faltará quien crea que estoy defendiendo a Rajoy. Pero el artículo no va de esto. No estoy pidiendo el voto para él, ni contra él, porque nunca he practicado esa clase de periodismo. Con igual contundencia defendería a Sánchez, a Iglesias o a Rivera si alguno de sus adversarios pidiese su retirada por no haber ganado. Porque aquí, en términos de Gobierno, aún no ganó nadie. Por eso, en vez de querer que el rival entregue amablemente su cabeza, todos deberían aplicarse en conseguir una victoria suficiente para salir de un atasco que ya dura demasiado. Esto sería ganar en buena lid.