Núñez Feijoo y su compleja encrucijada

OPINIÓN

17 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque Núñez Feijoo tiene una teórica libertad para decidir su futuro con absoluta libertad, dicha potestad está fuertemente restringida por los compromisos éticos que ha adquirido con su partido y con la sociedad gallega, que harían censurable cualquier decisión personal que alterase sustantivamente la competición política en la que ya estamos embarcados. La política moderna se hace mediante grandes y complejas organizaciones, de las que depende en casi todo la construcción de liderazgos. Y por eso es muy dudoso que, si hablamos en términos éticos, un político pueda emplear su capital o dilapidar su liderazgo en lo que mejor le parezca. Porque ese capital es público, y genera obligaciones y expectativas que no se deben defraudar.

El próximo combate por el poder gallego -ya inminente- se va a dilucidar entre dos únicas opciones: el PP, que se sigue moviendo en el entorno de la mayoría absoluta, y una resbaladiza opción de izquierda, compuesta por As Mareas y sus confluencias, que también tiene grandes posibilidades de gobernar. Pero esta simplificación se complica mucho si tenemos en cuenta que está hecha sobre la idea de un PP liderado por Feijoo, y que todas las hipótesis quedarían sustancialmente modificadas si el PP tuviese que improvisar un candidato a contrapelo de su crisis.

Por eso me parece dudoso que Feijoo tenga plena autonomía para adoptar una decisión personal frente a tres colectivos muy señalados. El primero es su partido, que lo convirtió en líder y lo sostuvo en el poder, y que ahora depende de él para no zozobrar estrepitosamente. Tampoco es libre frente a un electorado muy potente, y ahora sufridor, que se quedaría sin referencias en el momento de iniciarse esta trascendental refriega, y que bien podría entender que la retirada de Feijoo altera gravemente la competición. Y el tercero lo componen, aunque parezca paradójico, As Mareas y sus confluencias, que, en la primera oportunidad que tienen para ensayar su nueva política, tienen derecho a ganar su legitimidad por algo más que la incomparecencia del contrario.

Todo esto pudo ser distinto hace un año, cuando el PP y la sociedad gallega tenían tiempo para levantar otras opciones y no percibir la salida de Feijoo como un dato negativo y determinante. Pero ahora ya es tarde para invocar la libertad de un proyecto personal. Los gallegos ya tenemos echadas las cuentas con los datos que nos han dado. Y uno de esos datos -el más relevante- es Feijoo, cuya salida tardía sería equiparable a una espantada a la que, como líder que es, ya no tiene derecho. Nadie debe cambiar de caballo en mitad de la carrera. Y a ningún militar le asiste el derecho de pasar a la reserva mientras dura la batalla. Porque el liderazgo es un capital social. Y solo es ético empeñarlo al servicio de la misma comunidad que lo creó.