Media hora de paripé y mil para la vergüenza

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

13 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Sin novedad en el frente, diría con sátira el buen soldado Svejk, protagonista de una novela mítica de Jaroslav Hasek. Todo está escrito en este fingimiento, llamémosle paripé, en el que se ha convertido la política. Un fingimiento agrio. Llegaron al Congreso sin mirarse, sin darse ni siquiera la mano en público, pero sí en privado, dijo el secretario general de los socialistas. Sánchez y Rajoy, dos hombres y un mismo destino: ninguno. El más joven quizá llegue a presidente del Gobierno. Será el mayor error propio y también de su partido. Al otro le queda la honrosa salida del paso atrás. Honrosa, reitero, con el país creciendo un tres por ciento, con el paro recortándose y con aquel déficit del 9,1 % regalo de Zapatero reducido a la mitad. Eso sí, con la porquería ensuciando más que nunca a su partido.

Solo hay dos caminos: pacto de PSOE y Podemos, con el apoyo expreso o silente del independentismo catalán, o nuevas elecciones. Esa fue la conclusión a la que llegué luego de oír con perplejidad a los dos líderes preponderantes de España. Rajoy tardó más tiempo en explicar la posición del Estado español con respecto al Reino Unido y la Unión Europea que en tratar lo que nos interesa a todos: cómo se va a formar Gobierno. Y Sánchez, dando por sentado que va a ser presidente, calificó de «útil» el paripé de ayer: una falta de respeto a la inteligencia de la ciudadanía. Aguardemos acontecimientos, diría un personaje de Esperando a Godot. Pero Godot nunca llega. Se ha perdido en los cuévanos de Génova 13, donde levantar la alfombra es un riesgo laboral: por la inmundicia, digo.

Por eso he titulado esta columna con dos sustantivos definitorios. Paripé: porque el encuentro ha sido una desazón supina, un escaparate de baratijas, un páramo intelectual. Y vergüenza: porque nadie puede sentir otra cosa después de todo lo que conocemos en torno al PP y sus finanzas. Pero hay más vergüenzas, no las callemos. La de Podemos Galicia, con junta gestora por imposición, que se mofa de la democracia asamblearia que pretenden defender. O el Ayuntamiento de A Coruña, donde Podemos y PSOE ya ni negociarán los presupuestos. O las huelgas contra el amigo griego de Podemos, del que ya no habla Iglesias Turrión, ayer a bofetadas policía y agricultores en la mítica plaza Syntagma. O la tragicomedia de Carmena, a quien puso el PSOE en la silla de la alcaldía madrileña. O la petición de dimisión de la consejera de educación de Castilla-La Mancha por parte de Podemos, luego de darle la gobernanza a los socialistas.

¿Y a qué viene la exposición anterior? A refrendar que con estos, y no con otros, tendrá que gobernar Sánchez. Nos quedan mil horas, por lo menos, para la vergüenza.