El PSOE, Sánchez y la cobardía de los sensatos

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

22 ene 2016 . Actualizado a las 16:26 h.

«Si uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le da importancia a robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente. Una vez que empieza uno a deslizarse cuesta abajo ya no sabe dónde podrá detenerse». El demoledor y finísimo sarcasmo del texto que abre esta columna solo podía salir de la pluma de un inglés, Thomas de Quincey (1785-1859), quien, en Del asesinato considerado como una de las bellas artes, legó a la posteridad la que ya es sin duda una obra clásica.

¿Qué les sugiere la humorada de De Quincey? Permítanme echarles una mano: «Si un partido empieza por permitirse pactar con otro, una de cuyas dirigentes viaja a la Venezuela de Maduro, en un avión fletado por el régimen, en compañía de un representante de la CUP y de un sujeto claramente vinculado al entorno político de ETA, pronto no le da importancia a la exigencia de autodeterminación, pasa luego a considerar también irrelevante la inobservancia por parte de sus futuros socios de las más elementales formas democráticas, y acaba por abrazar a quienes lo han ninguneado e insultado, y han hecho lo mismo con los millones de españoles que construyeron el mejor país que nunca hemos tenido». Y es que, como subraya De Quincey, una vez que empieza uno a deslizarse cuesta abajo ya no sabe dónde podrá detenerse.

Esa es hoy la terrible deriva en la que Sánchez, preocupado solo de su futuro personal, ha metido a su partido, que ya no sabe lo que es, ni lo que quiere, ni a quién representa, ni qué límites no está dispuesto a traspasar.

Lo de Sánchez, claro, se veía venir desde hace tiempo. Lo que resultaba, sin embargo, imprevisible es que ante la locura desatada por quien está dispuesto a hundir a su partido y su país por mantener sus ambiciones, los dirigentes más sensatos del PSOE, que conocen la importancia del interés general y saben que a Podemos no le importa lo más mínimo, hayan decidido retirarse tras un amago que parecía ir en serio, para permitir, finalmente, al líder del PSOE hacer su disparatada voluntad.

¿Dónde están los políticos socialistas que saben perfectamente que el pacto de Sánchez con Podemos podría ser el comienzo del fin de su partido y perjudicar, hasta anegarla en un populismo demencial, la recuperación económica que tanto esfuerzo ha costado conseguir? Sí, ¿dónde están, entre otros muchos, los González, Solana, Almunia, Rubalcaba, Solchaga, Solbes, Ibarra o Bono? ¿Dónde los barones que hace pocos días parecían dispuestos a no tolerar la locura que podría estar a punto de cerrarse?

El PSOE necesita, hoy más que nunca, voces desinteresadas y valientes. En contraste, vive dominado por una cobarde procesión dos caladiños que, mirando cada uno a su interés, confirman el descarnado realismo de Voltaire: que el verdadero valor consiste en saber sufrir. Pero nadie parece querer correr ese riesgo en el PSOE. Y así estamos.