A punta de pistola

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

09 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Algunas de las muchas veces que en un periódico se emplea la locución a punta de pistola hay alguien que cuestiona su corrección. Su razonamiento es sencillo y directo: las pistolas no tienen punta; luego, si alguien hace algo armado con una pistola, no lo hace a punta de pistola. Y a continuación recomienda la fórmula pistola en mano. Siguen este planteamiento los libros de estilo de varios de los principales diarios españoles, así como algún diccionario. Sin embargo, el de María Moliner registra a punta de pistola con esta definición: «Se aplica a la acción perpetrada apuntando con una pistola». La última edición del Manual del español urgente y el Diccionario de usos y dudas del español actual, de Martínez de Sousa, dicen de la expresión de marras que es válida con el sentido de «apuntando con una pistola».

El diccionario de la Academia calla al respecto, lo cual quizá deba entenderse como rechazo, pues ignorar la expresión a punta de pistola no puede ser mero despiste, dada la frecuencia con que se usa. Esta obra solo recoge dos a punta de: a punta de lanza (?con todo rigor?) y a punta de pala (?en abundancia, en gran cantidad?). A punta de lanza es uno de los a punta de con más tradición en español. La lanza tiene punta, ?extremo agudo?. Y como la lanza, otras armas blancas que la sustituyen. Hay múltiples casos de uso de a punta de flecha, de venablo, de espada, de sable, de puñal, de daga...

Pero no siempre a punta de hace referencia a algo con punta. En el Diccionario de americanismos, las academias ultramarinas dicen que significa ?a fuerza de?. Y no solo por allá se usa con ese sentido. El Diccionario del español actual, de Seco, da esta definición de a punta de: «Mediante el uso de. Seguido de un nombre sin artículo que designa arma o, figuradamente, cualquier instrumento». Efectivamente, abundan los a punta de equivalentes a con, mediante o a base de. Se completan con frecuencia con nombres de cosas que no se emplean como armas. Torrente Ballester pone en boca de un personaje la afirmación de que conquistó mujeres «a punta de una dialéctica impecable»; José María Arguedas escribe sobre «pisos endurecidos a punta de barro y agua»; Jorge Icaza, de «desecar el pantano a punta de cadáveres», y Blasco Ibáñez, de un botín «conquistado a punta de verso en los certámenes».

El primer a punta de pistola que encontramos pertenece al puertorriqueño Guillermo Cotto-Thorner, que escribió en 1951 en Trópico en Manhattan: «Un moreno americano había asaltado la joyería de la esquina, a punta de pistola». Desde entonces, son muchos los que la han usado (la frase, no la pistola). Entre las plumas finas, Vargas Llosa, Isabel Allende o Antonio Gala. Los medios de comunicación, prácticamente todos.

-Entonces -se preguntará alguno-, ¿vale atracar un banco a punta de pistola?

-Hombre... Valer, vale, pero si lo cogen acabará usted en la cárcel.