Un sueño de noche de Reyes: 200 diputados

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

07 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La noche de Reyes, Rajoy decidió que le regalaran un sueño. Lamento que en los cuatro años pasados no se le hubiera ocurrido pedir tal sueño: el de los doscientos diputados que ahora imagina, esos con los que en el 2016 es posible hacer tantas cosas.

Y lo lamento porque hubiéramos evitado todos estos años empobreciéndonos a mayor beneficio de poderes financieros que nadie ve o de las troikas que en el mundo mandan. No hubiéramos soportado años con un discurso ensoberbecido sobre su única verdad: la de la austeridad. Tampoco hubiéramos tenido que soportar el olvido al que fueron sometidos los jóvenes, lo que les ha llevado a protestar y luego a sumarse con su voto a un cambio para el país.

Rajoy, en su sueño, ha comprendido tarde que las clases medias que contribuyó a empobrecer y esos jóvenes que hoy participan conformando esa mayoría en la que hoy sueña Rajoy, lo han hecho para que él no gobierne. No se fían.

Si Rajoy se hubiese decidido a soñar lo que ahora sueña otras noches de Reyes, quizá no hubiésemos pasado cuatro años viendo cómo crecía el soberanismo en Cataluña, que no es tal ni tanto, sino quizás la alternativa posible a la estrategia antiestatuto desgraciadamente lanzada por Rajoy y los suyos cuando soñaban, también soñaban entonces, con ser hegemónicos frente al PSOE que gobernaba en el año 2006. Un PSOE que además de mantener insensatamente la burbuja económica que nos trajo estos lodos, avanzaba con dificultades hacia el fin del terrorismo de ETA y pretendía paliar la cuestión territorial de las nacionalidades con un nuevo Estatuto catalán. Cataluña y su Estatuto enfrentándolos a la unidad de España se convirtieron para Rajoy en la garantía de la hegemonía soñada.

Rajoy necesitó perder algunos millones de votos y alejarse mucho de los doscientos diputados para necesitar soñarlos y prometer ahora lo que con su mayoría absoluta nunca quiso hacer. Lejos quedan los tiempos del no a la reforma constitucional, lejos las líneas rojas trazadas en torno a la educación, a la sanidad, al empleo juvenil, a la reforma laboral que utilizó de la forma más burda para descalificar a tantos ciudadanos que en estas pasadas elecciones lo han abandonado y a los partidos con los que ahora sueña completar sus doscientos diputados. Lejos el uso comparado de Grecia o las similitudes para seguir el camino de aquel Portugal intervenido. Lejos también los sarcasmos y amenazas de su ministro Montoro.

Los sueños de Rajoy, al llegar tarde, son hoy irrealizables. También los de Susana Díaz, enredada en la unidad de España y en la desunión de su partido.

Los sueños de la razón, del entendimiento y del consenso no son sueños de una noche de Reyes, sino un trabajo de entendimiento entre diferentes. Al sueño de Rajoy le sobra soberbia antigua para alcanzar 200 diputados. Por más que nos pese. Como lo ha hecho su mayoría absoluta estos pasados cuatro años.