Preposiciones y artículos en peligro

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

02 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La voracidad de algunos hablantes parece no tener límite. En su afán devorador, se comen artículos y preposiciones en grandes cantidades. Así, leemos que «El Tribunal Superior falla que el antiguo convento de Adoratrices es suelo urbano consolidado» y sobre «fiestas de Dominicos». Cuando designábamos una orden o congregación religiosa por el apelativo de sus miembros escribíamos este con minúscula y con el artículo correspondiente, como cuando nos referíamos directamente a ellos: los jesuitas, los agustinos, los franciscanos... La otra forma solo es posible cuando es el nombre propio de otra cosa, como un equipo deportivo (El Dominicos ganó en Voltregá) o un centro educativo (Colegio Plurilingüe Franciscanos).

La supresión del artículo es característica de una jerga juvenil que toma la misma medida con los topónimos urbanos. Así, si antes había pandillas que se citaban en la plaza de Pontevedra, ahora las hay que quedan en plaza de Pontevedra o, peor aún, en plaza Pontevedra. La fórmula recibe adhesiones espontáneas: algún publicitario anuncia la «venta de pisos en Plaza Pontevedra [sic]» y muchas personas emplean tan ahorradora fórmula en las direcciones postales.

Las construcciones apositivas especificativas, secuencias en las que un sustantivo modifica a otro, tienen dos formas: la unión directa y el enlace mediante la preposición de. Unos casos exigen una de ambas fórmulas (la ciudad de Lugo, no la ciudad Lugo; el barrio de la Pescadería, no el barrio Pescadería, el río Ebro, no el río de Ebro) y en otros conviven ambas y se consideran correctas. Así, se usan indistintamente calle San Andrés y calle de San Andrés, plaza de San Marcos y plaza San Marcos, pero no parece admisible plaza Vigo por plaza de Vigo, ni barrio Flores por barrio de las Flores. La gramática académica señala que ello no está determinado por un criterio preestablecido, sino que depende de los países, las ciudades y hasta de casos particulares.

Los medios de comunicación, que en esto acaban imponiendo usos, tienen criterios contrapuestos. Así, la norma de un importante periódico dice: «Escribimos el nombre común -calle, plaza, rambla, paseo, avenida, bulevar, pasaje...-, siempre que sea posible, sin preposición: calle Mayor, calle Balmes, plaza Catalunya, paseo Sant Joan, rambla Nova, avenida Diagonal». Y otro igualmente relevante que se edita en la misma ciudad instruye así a sus redactores: «Cuando el nombre de la vía no es un adjetivo, no debe omitirse la preposición de ni -en su caso- el artículo entre este y el nombre común: plaza de Catalunya, calle de la Diputació».

La economía de palabras es un factor importante que debemos tener en cuenta a la hora de expresarnos, pero no hay que llegar a la tacañería, que en esta materia solo empobrece la forma del mensaje.