¿Libro blanco o mirlo blanco?

Felipe Trillo Alonso TRIBUNA

OPINIÓN

02 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Ocho son las razones que argumento para cuestionar tanto el mensaje como al mensajero en este asunto del Libro Blanco de la Función Docente que el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, le encargó realizar a José Antonio Marina:

1. Porque considerar a los docentes como los únicos artífices y responsables de la educación escolar, de sus prácticas y efectos, es una burda simplificación teórica.

2. Porque asumir sin cuestionar que agencias y organismos como la OCDE -habitados por unos tecnócratas que imponen antidemocráticamente su catecismo economicista- reduzcan el valor de la escuela a su capacidad para colocar en el mercado alumnos con competencias generadoras de competitividad empresarial, resulta obsceno desde una perspectiva ética. Más aún en contextos donde los criterios de justicia y equidad se hacen urgentes.

3. Porque apelar a supuestas evidencias y buenas prácticas de los más exitosos sistemas educativos para marcar la agenda de los demás, carece de todo fundamento al ignorar que las decisiones no se pueden transferir de unos contextos a otros

4. Porque es cualquier cosa menos innovador apostar por una evaluación orientada al control y al rendimiento de cuentas, que solo sirve para premiar o sancionar mediante decisiones administrativas que afectan a la promoción o al salario individual; en vez de hacerlo por una evaluación orientada al perfeccionamiento docente, que sirve para ayudar a mejorar, mediante la identificación de necesidades y la dotación de recursos así como la mejora de las condiciones de trabajo colectivas.

5. Porque generar la sospecha generalizada sobre la profesionalidad docente (o cualquier otra) es una de las prácticas habituales del discurso neoliberal para denostar la iniciativa pública y eso, a la postre, conlleva abandonar un modelo de profesorado interpretativo, crítico y sensible a cada contexto, en beneficio de uno de corte técnico, dirigido y controlado por las Administraciones.

6. Porque supone una grosera desconsideración olvidar que en las facultades universitarias que en España se dedican a la formación del profesorado de enseñanza primaria y enseñanza secundaria hay, desde hace décadas, profesores e investigadores de extraordinario y reconocido prestigio que se han especializado en el tema que nos ocupa; de modo que no solo conocen todo cuanto se puede saber al respecto en el mundo, sino que algunos de ellos son además quienes lideran grupos de investigación consolidados que marcan la pauta de la innovación educativa en el ámbito de la formación del profesorado a nivel internacional.

7. Porque es un ejemplo de imprudencia que, frente a lo anterior, que representa un ingente caudal intelectual que se genera en un foro de titularidad pública, como lo son la mayoría de las universidades en España, lo que encontramos es a un único catedrático de Filosofía de Bachillerato convocado a dedo y a quien los que nos dedicamos a esto podemos reconocerle otros méritos (sin duda), pero no el de ser un investigador riguroso con largo recorrido en la formación y la evaluación del profesorado.

8. Porque, al fin, supone una desfachatez tanto la aceptación del popular divulgador señor Marina como su designación por el ministro, señor Méndez de Vigo: del primero, porque habiendo demostrado su competencia en otras lides se ha creído que ya sirve para todo; y del segundo, porque, desconsiderando a los investigadores de las universidades españolas, ha creído ver en el anterior a su mirlo blanco.

Felipe Trillo Alonso es Profesor de Didáctica de la USC.