No me oprimas

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa FARRAPOS DE GAITA

OPINIÓN

29 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Nunca tuve en la mesilla El príncipe, de Maquiavelo, ni El arte de la guerra, de Sun Tzu. Más que nada porque creo que los políticos, como los entrenadores de fútbol, están sobrevalorados. Al final son los futbolistas y la sociedad civil quienes juegan y meten goles, incluso a pesar de las órdenes amarrateguis del míster o del Gobierno.

Por eso, en lugar de consultar las páginas de Maquiavelo o Sun Tzu, prefiero revisar los fotogramas de La vida de Brian, que para mí es la auténtica biblia de la politología contemporánea. Se sabe que la película retrata de forma magistral las rencillas internas de la izquierda gallega, como si los Monty Python ya supieran entonces que el duelo de Luke Skywalker y Darth Vader era un chiste comparado con la disputa eterna entre Paco Rodríguez y Xosé Manuel Beiras.

Pero en La vida de Brian también está el nacimiento del derecho a decidir, que es el fracking de moda en Cataluña. Mientras los miembros del Frente Popular de Judea debaten sobre cómo librarse del yugo del Imperio romano, el rebelde Stan proclama su deseo de cambiar de sexo:

-Quiero ser mujer. Desde ahora quiero que me llaméis Loreta.

-¿Por qué quieres ser mujer, Stan?

-Porque quiero tener hijos.

-Pero tú no puedes parir.

-No me oprimas.

-No es que te oprima, Stan, es que no tienes matriz. ¿Dónde vas a gestar el feto? ¿Lo vas meter en un baúl?

Los frentistas están de acuerdo en que Stan, ahora Loreta, no puede parir porque no tiene matriz, lo cual no es culpa de nadie, ni siquiera de los romanos, pero deciden que sí puede tener el derecho a parir:

-Lucharemos contra el opresor por su derecho a tener hijos.

El líder del Frente Popular de Judea, el astuto Rex, no acaba de verlo claro:

-¿De qué sirve defender su derecho a parir si no puede parir?

-Es un símbolo de nuestra lucha contra la opresión.

-Es un símbolo de su lucha contra la realidad.

Ya sé que los Monty Python no son tan refinados como Maquiavelo o Sun Tzu, pero a mí la murga de los secesionistas catalanes, que luchan contra el opresor por su derecho a parir un Estado -aunque luego tengan que gestarlo en un baúl-, también me parece un símbolo de su combate contra la realidad. Y, sobre todo, contra la verdad.