Falso pacifismo y buenismo estúpido

Manuel Mandianes PEDRADAS

OPINIÓN

17 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Los autores del atentado de París, y otros muchos en Europa y América, son fanáticos del islam y actúan y matan motivados por la fe en Alá y cumpliendo un mandato del Corán: el de la yihad. Otra cosa es que la mayoría de creyentes no sean fanáticos y condenen estos atentados. Es cierto que diferentes autores interpretan el mandato de la guerra santa de diferentes maneras, pero es evidente que muchos lo interpretan en sentido literal: ir y matar al infiel, al que no cree en Alá. Y aún otra cosa distinta es que la yihad estalle de tiempo en tiempo y que detrás de estos estallidos estén otros intereses, pero el hecho es que los que hacen la yihad son fanáticos del islam.

Y tal vez los fanáticos, como dice Zizek, sean los únicos auténticos creyentes, aquellos que están dispuestos a morir por su fe. Lo que diferencia a los yihadistas de los mártires cristianos es algo fundamental: los mártires mueren, pero no matan, y los yihadistas mueren matando. La brecha -por seguir utilizando el lenguaje de Zizek- existencial y teológica existente entre unos y otros es sustancial; es decir, lo que va del Pentateuco -del que el Corán es una copia con muchas aportaciones de su autor- al Nuevo Testamento. Estos fanáticos matan en nombre de Dios, quieren extender la Uma, comunidad islámica, a todo el mundo. Estamos, sin duda, en un choque de civilizaciones.

Muchos intelectuales no lo ven porque su cortina laicista no les permite admitir la influencia de la fe en el comportamiento del creyente, y los políticos no lo dicen porque quieren pasar por pacifistas a ultranza. Los unos y los otros olvidan que para solucionar un problema hay que identificar todos sus elementos.

Choque de civilizaciones, de S. P. Huntington, ya lo anunciaba, y en aquel entonces, 1996, lo pusieron a caer de un burro y hoy siguen sin darle razón, aunque estén convencidos de que la tiene; no se la dan por un falso pacifismo y un buenismo estúpido. Reconocer el problema no quiere decir hacer la guerra, sino estudiar la manera adecuada de resolverlo.

La mayoría de los tertulianos que han saltado a la pequeña pantalla y han invadido las ondas de la radio a raíz del atentado de París no han leído jamás ni el Corán ni un libro de teología islámica, pero hablan como doctores en la materia y pontifican como solo lo puede hacer el que lo ignora todo sobre la materia de la que está hablando.