El quinto pino

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

31 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

O Quinto Pino, un lugar de la parroquia de Pastoriza (Arteixo), volvió estos días a ser noticia por las obras que allí se llevan a cabo para enlazar el puerto exterior de A Coruña con la autopista que conduce a Carballo. No está claro si el topónimo se debe a que antaño se consideraba un lugar alejado o si tomó el nombre del de un bar de éxito, tanto por la comida como por la camarera que la servía.

El sintagma quinto pino se emplea para designar un lugar muy lejano. La mayoría de las tesis sobre su origen sitúan este en el Madrid de la primera mitad del siglo XVIII, durante el reinado de nuestro señor Felipe V el Animoso. En el eje de bulevares formado por lo que hoy son los paseos del Prado, de Recoletos y de la Castellana fueron plantados cinco pinos, a bastante distancia unos de otros. El quinto, ya casi en las afueras de la villa, era el lugar preferido por las parejas de enamorados para ensayar alguna aproximación en los límites que la moral de la época marcaba y que la carabina de turno ponía. Aquel quinto pino se convirtió en toda una referencia y acabó siendo la expresión con la que se indica que algo está muy lejos.

Quinto pino alterna con otros quintos, como el quinto infierno, la quinta puñeta y los más vulgares quinto coño (muy usado cuando alguien lanza una pelota a un lugar alejado y de difícil acceso) y el quinto carajo, aunque en Galicia se emplea más su forma propia, quinto carallo. Pero es su versión original, la de las coníferas, la que triunfa, incluso en el mundo literario. Para muestra, un texto del Moguer de Juan Ramón Jiménez: «¿Qué pino era aquel Quinto, y por qué cañada de morales y naranjos, a qué aurora grana y chorreante de Moguer, olorosa a azahar y resina con rocío, podría yo haber llegado, adolescente, a él, en mi caballo colorado? [...] Para mí el Quinto Pino estaba siempre en los pinares confusos de entre la Dehesa de los Caballos del mar».

Pero el quinto pino no inspira solo a poetas. Ha sido adoptado como nombre de emisoras de radio (Onda Quinto Pino), hoteles (hay uno así llamado en Pino, Zamora), obras de teatro y cinematográficas (Un drama en el quinto pino), restaurantes (el de Nueva York está especializado en tapas, el de Chipiona en pescados y el de El Ejido ofrece un medio menú del día de cinco euros), casas rurales, una pulsera (puede comprarse por un módico precio en El Corte Inglés) y bares (en el de Ponferrada sirven la cerveza artesana berciana Aora y mejillones a la plancha). Entre estos últimos establecimientos, los bares, sobresale el del distrito madrileño de Hortaleza, un templo del rock, un garito según otros, al que el grupo Porretas dedica su canción En El Quinto Pino. En ella enumera sus buenos deseos ante la parranda que van a disfrutar, «a ver si alguna vez termina bien la noche». Entre otros, «que no acabemos muy tiraos, que no perdamos el sentido, que el garrafón no sea del chino. Y volvamos a vernos otra vez... Y volvamos a vernos en el Quinto Pino».