Manos que salvan vidas

Alfonso Castro Beiras FIRMA INVITADA

OPINIÓN

17 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Este viernes, 16 octubre, fue el Día Europeo de Atención a la Parada Cardíaca. El día previo, el Consejo Español de Reanimación Cardíaca y el Ministerio de Sanidad celebraron un acto de concienciación del paro cardíaco que sirvió para poner de manifiesto que estamos ante un problema importante por su magnitud y porque es posible salvar más vidas. 

En España podemos estimar que cada año 30.000 españoles fallecen por muerte súbita; en Galicia, en torno a los 2.500. Todos conocemos casos de personas que han fallecido súbitamente: personas famosas, casi siempre deportistas, son noticia en los medios de comunicación, pero hay otros, muchos más, que quedan en el ámbito de la familia. Es claramente un problema sanitario de gran magnitud y, sin embargo, es el gran olvidado. 

En la mayoría de los casos la muerte súbita es causada por una arritmia cardíaca que hace que el corazón pierda su capacidad de contraerse de forma organizada, por lo que deja de latir. La víctima de muerte súbita pierde en primer lugar el pulso y, en pocos segundos, el conocimiento y la capacidad de respirar. Si no recibe atención inmediata la consecuencia es el fallecimiento al cabo de unos minutos. Sabemos que si se practican en ese momento medidas de reanimación cardíaca se puede conseguir, en bastantes casos, que el corazón vuelva a latir (muerte súbita reanimada), pero para ello se requiere iniciar la reanimación de manera inmediata. El éxito para reanimar a una persona disminuye un 10 % cada minuto, por lo que, pasados 10 minutos, las posibilidades son mínimas. 

La reanimación comienza por la compresión rítmica en el centro del tórax a un ritmo de 100 compresiones por minuto. Simultáneamente, se debe avisar a un servicio de emergencia  o hacer uso de un desfibrilador para dar un choque eléctrico que restaurará el latido cardíaco. Los desfibriladores automáticos externos diagnostican e indican cuándo se puede dar la descarga con seguridad. Están diseñados para ser manejados por cualquier persona. Es preciso insistir en que es necesario identificar la parada e, inmediatamente, iniciar las compresiones cardíacas para mantener el latido, evitar que se dañe el cerebro y conseguir que el propio músculo cardíaco siga recibiendo sangre. No es necesario realizar respiración boca a boca. La respiración se mantendrá porque el latido que produce la compresión manual evita la parada respiratoria, que está regulada por el cerebro. De ahí el eslogan de este año para este día del paro cardíaco: «Tus manos pueden salvar más vidas».

Las posibilidades de sobrevivir si se reacciona bien pueden pasar de un 4 % a un 15 % y hasta un 30 %, como se ha comprobado en ciudades donde existe una buena organización para dar una respuesta rápida. Desde hace años varios sistemas sanitarios de muchos países han desarrollado planes de reanimación precoz, implementando la enseñanza de la reanimación cardíaca básica en escuelas y centros de trabajo y facilitando el acceso a desfibriladores en los coches de policía, bomberos, centros públicos, mercados, instalaciones deportivas, centros de trabajo... No se cuestionan los extintores para emergencia de incendios y lo mismo hemos de conseguir con los desfibriladores para muertes evitables. 

En la reunión mencionada se concluyó que es necesaria una combinación de acciones para lograr el éxito, pero se hizo énfasis en que, teniendo en cuenta que 8 de cada 10 paradas cardíacas son presenciadas por alguien en la calle o en un domicilio, se requiere una movilización de toda la sociedad para que pueda iniciarse precozmente la reanimación. Cualquiera puede salvar una vida. 

Sabido todo esto ya no se puede dilatar más tiempo iniciar un proceso de concienciación ciudadana y de acción de todos los que tienen responsabilidad institucional, así como de las organizaciones civiles. Hay modelos a seguir. Por citar dos: uno, el de Seattle, en Estados Unidos, y otro, el de Piacenza, en Italia; ambos han conseguido aumentar el porcentaje de supervivencia en un 15-20 %. Piacenza, una ciudad de tamaño similar al de A Coruña, lo ha logrado con unos recursos  muy limitados, máxime si los comparamos con el beneficio de vidas salvadas. Si lográramos pasar del escaso 5 % actual al 15 % de supervivientes de una parada cardíaca en la calle o en casa, salvaríamos al menos 300 vidas al año en Galicia. Es un reto al que deben responder las autoridades sanitarias, las municipales, las organizaciones civiles y todos los que tienen competencias para ello. No debe escatimarse esfuerzo cuando se pueden salvar vidas.