Li(e)bre Griezmann

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

07 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Es libre y es una liebre. Tiene gol. Zurda letal. Me gusta Antoine Griezmann (a pesar del penalti que le paró el gato Navas en el derbi). Y su historia es muy curiosa. Nadie quería a este chico en Francia, donde todos le veían talento pero con un perfil de debilucho que parecía que no iba a llegar al final del entrenamiento ni al final de esa semana. Fue un ojeador de la Real Sociedad el que se lo trajo a España. A España, no. Al límite, a Bayona. Sus padres, para aceptar que el crío de trece años jugase en las categorías inferiores de la Real, exigieron que tenía que seguir viviendo en Francia. Y así fue. Pero tampoco sorprendió. Ni en los equipos pequeños ni en el filial, al que pasó solo porque había cumplido el límite de edad. La letra pequeña de las biografías siempre es curiosa. Sorprende. Por eso las novelas, la ficción, caligrafían la realidad. Fue en una pretemporada y, gracias a las lesiones de otros, cuando Griezmann pudo debutar en el primer equipo antes que en el filial. Y poco a poco, en Segunda logrando el ascenso y luego en Primera, Griezmann se fue quedando en la élite, hasta que ya lo descubrimos a lo grande en los resúmenes de goles de sus últimas dos temporadas en la Real. Luego llegó el Atlético, el fichaje millonario. Y otro año para enmarcar (22 goles). Él mira hacia arriba: «Trabajo para alcanzar a Messi y a Cristiano». Su regate es imposible de dibujar. Es algo chupón, pero juega como un radical libre, imposible de intuir. Es como un espermatozoide acelerado por el césped. Es el fútbol del niño en el recreo que tanto gusta al público. Así es que ha entrado en la lista de candidatos al Balón de Oro. Y así con una media asistencia de tacón improvisada le regaló el empate a su compañero Vietto e hizo que al Madrid se le atragantase una vez más el derbi.