Cuidado con las alianzas, señor Sánchez

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

07 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Pedro Sánchez, candidato socialista a la presidencia del Gobierno, tuvo estos últimos días sus minutos de gloria: habló en la tele, en la radio y en los periódicos. Tuvo, además, un profeta de prestigio, Patxi López, que le auguró un enorme éxito electoral, hasta el punto de ver en el horizonte «un nuevo 82», en recuerdo de la consagración de Felipe González como mito del socialismo español. Las predicciones triunfales son tan gratuitas como necesarias: o se hacen cuando empieza una carrera electoral, o no se hacen nunca. No hace falta creer en ellas. Es preciso elevar el entusiasmo de la militancia y decirle a la gente que no va a tirar su voto, y eso es lo que hizo Patxi López.

Tengo más dudas sobre el discurso de Sánchez que, según donde hable, lanza la idea de que el PSOE puede entenderse con Podemos, nacionalistas o separatistas sin disfraz. Y está muy bien: quienes defendemos la necesidad de hablar y pactar como forma de superar los problemas, incluido el catalán, celebramos el talante de diálogo. Pero creo que no se pueden anunciar pactos con todo el mundo. Por lo menos, en este momento. Se puede y debe pactar después de las urnas. Anunciar intenciones es muy peligroso.

Es peligroso, genéricamente, en las actuales circunstancias de España, tan sensible ante la eclosión de populismos y extremismos. Y es peligroso para Sánchez por la ofensiva del PP: Rajoy habla de alianzas de radicales y Javier Arenas diagnosticó que con esos pactos de Sánchez la Constitución duraría diez minutos. Es pura cohetería electoralista, pero creíble: en los nacionalismos existe un fondo doctrinal de repudio a una Constitución que no admite la autodeterminación. En Podemos siguen aspirando a un proceso constituyente que puede derribar los cimientos del régimen. Y el nuevo líder de Izquierda Unida propugna la república. Un pacto con cualquiera de ellos no significa que el fuerte acepte las tesis del débil. Pactar es precisamente renunciar a máximos. Ahora bien: en este tiempo de dominio de la imagen, la alianza PSOE-Podemos es calificada como desastre y causa de huida del capital. Pablo Iglesias quizá se haya moderado, pero sigue siendo Pablo Iglesias, el que apoya a Tsipras y el terror de los mercados. Arrimarse a él para gobernar transmite un mensaje poco ético de disposición a todo para alcanzar el poder.

Hágame caso, señor Sánchez: preocúpese de afianzarse usted y su partido y no hable de alianzas. No regale la campaña al Partido Popular. Aunque, bien mirado, no sé por qué escribo esto. Para contrarrestar el auge de Ciudadanos, lo último del PP es decir que Rivera y Sánchez «se hacen ojitos». El PP dice una cosa y la contraria: depende de las andanadas del señor Aznar.