Poderes fácticos y voto ciudadano

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

19 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Las elecciones del día 27 decidirán cuál es el sentimiento de pertenencia a España de la sociedad catalana. Los indicios no anuncian nada bueno: la lista de Artur Mas y compañía puede acaparar casi la mitad de los votos, según una encuesta ayer mismo publicada. En estas condiciones demoscópicas, se abre una curiosa contienda paralela: la batalla entre los poderes «fácticos», como antes se les llamaba (empresarios, banca, resortes diplomáticos) y el voto soberanista que se expresará en las urnas. Ambos se están expresando con una intensidad que no habíamos visto en ninguna cita electoral. El empleo de la diplomacia ha dado los resultados conocidos. La Fundación Alternativas asegura que la independencia no solo expulsaría a Cataluña de la Unión Europea, sino de todos los organismos internacionales, desde la ONU al G20, pasando por el FMI y la OTAN. Los bancos Sabadell y Caixabank avisaron ayer mismo de un propósito de abandonar Cataluña si se consuma la secesión. Y el influyente Círculo de Empresarios anunció la catástrofe: «deslocalización de empresas, caída de las inversiones, del PIB, de la renta per cápita, del nivel de empleo y del bienestar social».

No se puede describir ni anunciar un panorama más negro. Por eso es apasionante y merecerá muchos estudios sociológicos el saber cuál es la influencia de las amenazas económicas en la voluntad del ciudadano; si pesan más en el votante las convicciones ideológicas y sentimentales que los intereses, y cuál es el sentido de responsabilidad de los líderes independentistas si mantienen unos proyectos que pueden causar tantos desastres económicos y sociales.

Temor personal: los independentistas están vacunados contra esos avisos. Es clarísima, por ejemplo, la exclusión temporal de las instituciones europeas, pero los líderes se niegan a aceptarlo. Se intuía el aviso de los dos bancos, pero Artur Mas ya dijo que también la gran banca española tiene su sede en Madrid, pero opera en Chile, Argentina o Reino Unido. Respecto a los perjuicios económicos generales, ya hemos escrito aquí que gran parte de la sociedad los tiene descontados como el precio a pagar por el bien superior de la nación catalana.

Y la duda más difícil de aclarar: ¿ocurriría esto mismo si los banqueros y los empresarios hubieran dicho hace un año lo que ahora están diciendo? ¡Ay, Dios! Llegan demasiado tarde, cuando el voto ya es difícil de cambiar. Quizá creyeron, como el Gobierno central y muchos medios informativos, que el desafío no iba en serio. No supieron ver que la independencia se empezó a sembrar con toda claridad el 11 de septiembre del 2012, hace tres años, y no se detuvo hasta hoy. Nos van a hacer pagar a todos su pecado de imprevisión.