Lo contaba mi compañero Antón Bruquetas. ¿Qué le pasa a Nadal tras otra derrota, esta en el Open? La mayor leyenda del deporte español emite luces de emergencia. Nadal jugaba al tenis con el martillo de Thor. Y encima su mente era un yunque. No sabía lo que era dudar. Liftaba la bola de tal manera que ese efecto convirtió en defecto hasta el tenis de un genio irrepetible como Roger Federer, al que hizo llorar. ¿Dónde está ese Nadal? No se sabe. Cierto es que los años pasan y pesan y la fuerza física de ese brazo izquierdo hipertrofiado es imposible que sea la misma. ¿Las lesiones? ¿Está Nadal de rodillas por culpa de las rodillas que tanto le han hecho sufrir? ¿Demasiados años con su tío Toni? ¿Debe tocar esa alianza? Pero esa alianza solo le dio éxitos. No existe en el tenis otro caso de una posible desaparición tan fulgurante de una leyenda. Está Kuerten, por ejemplo, que arrasó en Roland Garros tres años y adiós. Pero Kuerten era un surfista, y Nadal es Historia del tenis. Un jugador con el palmarés de Nadal no se deshace de un año para el otro. No es un azucarillo. Quienes lo odian utilizan este Nadal errante para abonar las teorías más extrañas sobre su rendimiento físico. Hay que defenderlo. Ahora vuelve a la Davis. Es imposible que se haya olvidado de jugar al tenis. Igual un cambio de entrenador le motiva. Le hace recuperar aquel hambre que le convirtió en un frontón al que no se podía vencer. Aquel chico que devolvía hasta los reflejos del sol.