Por qué defrauda Podemos

Jaime Miquel
Jaime Miquel LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

01 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El barómetro de enero del CIS nos dijo que más de un millón de los electores del PP votarían a Podemos, que había superado al PSOE y disputaba las elecciones generales con seis millones de votos. Estas personas que votaban a Podemos llegaban de todas partes para enfrentarse a su propio poder representativo. Con su concepto estrella, la casta, Podemos simbolizaba la ruptura de una parte de la sociedad con la clase política convencional, entendida como un todo privilegiado y tramposo.

Se votó en Andalucía y los datos nos dijeron que Podemos no estaba en condiciones de ganar las elecciones generales. Habían quebrado el modelo de negocio junto a Ciudadanos, pero el resultado les pareció insuficiente y el sistema los aplastó. Pasaron dificultades hasta que se votó en mayo para elegir ayuntamientos y parlamentos autonómicos, cuando Podemos cambió la casta por el PP y el proceso constituyente por no sabemos qué, alejándose así del mandato de sus votantes. La política real en Grecia había desdibujando su posición estratégica y sus posibilidades electorales, abriendo otros espacios.

Que Tsipras firme rescates y necesite refrendos no significa que el lugar estratégico inexpugnable haya dejado de ser la moratoria en el pago de la deuda pública exterior de España, en tanto no esté auditada, un lugar tan teórico como la declaración unilateral de independencia para ERC. Syriza significa el bloqueo de las negociaciones, el desprecio a los compromisos adquiridos o heredados, sus plazos, sus formas, el pánico financiero, el corralito y, finalmente, la capitulación. Nada bueno para Podemos, porque en el espacio socialdemócrata y en la política real (firmo lo que me digas) solo cabe uno y ya está el PSOE. Si Podemos apoya a Tsipras, y lo está haciendo, reduce su utilidad a la regeneración o renovación de la clase política, al reemplazo ordenado del PSOE y nada más, porque nos vienen a decir que no se pueden desplegar otras políticas, aunque el sistema griego genere un nuevo referente de ruptura.

Cuando Ada Colau ganó las municipales de Barcelona, en la plaza de Sant Jaume la gente exclamaba «sí se puede». Ada Colau era una líder ciudadana que servía para todos, o no entendía de cuestiones nacionales. Pero se convocaron elecciones en Cataluña y Podemos no se atrevió a concurrir en solitario; creó Catalunya Sí que es Pot, junto con Iniciativa per Catalunya-Verts y los pitufos de EUiA. Vieja política de cuotas cuyo producto ha sido un artefacto electoral difícil de entender, porque prevalece el sí es no es característico del partido de diseño barcelonés. Un fracaso en términos de mercado, porque ha perdido la posición frente a las CUP, por ser medio unionista, pero también frente al PSC, porque es medio soberanista. Podemos defrauda pactando con el PSOE y luego con ICV, porque elimina el componente Gamonal de la oferta catalana, pero también defrauda aplaudiendo a Tsipras.