Un camión abandonado

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

28 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo confieso. Cada vez me preocupa más. Soy muy consciente de que la creciente oleada de emigrantes desesperados que han invadido el sur de Europa y que avanza hacia el norte es un fenómeno que afectará muy sustancialmente a todo nuestro continente. La mayor migración humana desde la Segunda Guerra Mundial sobrepasará con mucho todas nuestras capacidades de adaptación, sobre todo en lo que se refiere a la peor faceta de nuestras sociedades. La xenofobia, el racismo, la discriminación, la indiferencia son sentimientos que apenas están brotando pero que irán in crescendo porque, aunque nos cueste aceptarlo, se basan en nuestro miedo a la invasión de personas con una cultura, un idioma, una religión que se nos antojan, como poco, exóticas y, en la mayoría de los casos, contrarias a las nuestras, en nuestro temor a que, en tiempos de crisis, los escasos recursos que existen, en lugar de destinarse a ayudar a los más necesitados de nuestra sociedad, se desvíen a la asistencia de extranjeros recién llegados. Sentimientos que no han tardado en aflorar con vallas de separación y quema de albergues y que en breve se agravarán. No son aceptables ni tolerables, pero no podemos negar que existen y que gran parte de nuestros esfuerzos deberán dirigirse a la integración, tanto para los que llegan engañados pensando que esto es Jauja como los que temen que esto se convierta en el infierno.

Pero para lo que seguro nunca estaremos preparados es para un camión lleno de cadáveres abandonado en una autopista. Porque eso ya no es ni xenofobia, ni racismo, ni discriminación; es simple y llanamente una cobarde y cruel inhumanidad.