De dónde le viene el poder a Angela Merkel

Xosé Luis Barreiro Rivas
Xosé Luis Barreiro Rivas A TORRE VIXÍA

OPINIÓN

24 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El poder de Alemania en la UE, que todos personificamos en Merkel, puede tener varias explicaciones muy razonables y objetivas que nunca deberíamos olvidar. Porque Alemania es el mayor país de la UE, el que acumula mayor riqueza, el que pone más dinero para las actividades comunes, y el que ocupa, geográfica y políticamente, el centro de Europa. También es -porque «Dios los da y ellos se juntan»- el país mejor gobernado, el que tiene mayor estabilidad y mejores pronósticos, el único que no habla lenguajes distintos en las campañas electorales y durante la legislatura, y el que tiene mayor estabilidad teórica, personal y programática en sus equipos económicos, que, por su buen hacer y su independencia frente a los modelos americano y británico, es mundialmente respetado. Alemania también cuenta con la que es, sin duda alguna, el mejor gobernante en activo del mundo. La que hace y ejerce la política -lo dice un politólogo que también es melómano- con un emplaste comparable con la Filarmónica de Berlín. La que mantiene mayor aceptación en su país, y la que es capaz de pactar con la oposición aunque no sea estrictamente necesario. La que si tiene que ceder es flexible, y si no tiene que ceder es absolutamente firme.

La que canta las verdades del barquero cuando los aquelarres de la Unión Europea empiezan a oler a chalaneo. Y la que tiene agallas para decir la verdad a Hollande, a Obama, a Tsipras, a Cameron al papa Francisco y a la niña que le hace una pregunta capciosa, en un ambiente sentimental muy trabajado, sobre el problema de la inmigración. Y, por si algo faltaba, es posible que Alemania también salga beneficiada de liderar la gran coalición de los gobiernos liberales de la UE (19 de 28, quedando los 9 restantes para fórmulas y coaliciones de diverso pelaje), ya que de ahí le viene el poder que ejerce en el Parlamento y en todos los órganos e instituciones políticas de Bruselas. Porque el poder en Europa también se gana con votos y consensos, y no, como creen algunos, profiriendo gritos y haciendo chantaje en las mesas de negociación.

Pero, a pesar del enorme peso objetivo que tienen estas razones, no creo que el poder de Angela Merkel tenga en ellas su fuente principal. Porque su aura de canciller de hierro le viene en realidad de que la práctica totalidad de los comentaristas y de los políticos europeos acuden a ella -sobre todo a su maldad e imperialismo- para explicar todo lo que no saben, para disculpar todos los pronósticos fallidos, para justificar el derrumbe de sus utopías y quimeras, y para razonar por qué la Unión Europea, que fue tanto tiempo socialdemócrata, es ahora liberal. Ese es el verdadero poder de Merkel: el que todos le regalamos para disimular nuestra fragilidad y nuestros errores y frustraciones.

Ella, naturalmente, está encantada. ¡Y yo, sinceramente, también!