Mal rollo político

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

03 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

M al rollo cuando los más descuidadamente demócratas se proclaman los únicos demócratas del país. Mal rollo cuando el debate público recupera los peores insultos del pasado para descalificar al adversario. Mal rollo cuando algunas fuerzas políticas ya no se ven como adversarias sino como enemigas. Mal rollo cuando se insiste en poner sobre la mesa todo lo que genera odio y encono. Mal rollo cuando el diálogo entre diferentes se está sustituyendo por el agravio, la ofensa o el ultraje. Mal rollo cuando las infamias se difunden a granel e irresponsablemente, sin la menor prueba que las sustente o ampare. Mal rollo cuando nos miramos mal y rehuimos entendernos o pactar.

No quiero exagerar, pero me disgusta lo que se ve en el patio nacional. Es como si hubiese empezado un concurso de desapegos, con participantes dispuestos a violentar todas las normas. Y ello es así porque, según parece, ya no está de moda respetarlas y es muy urgente redefinir los conceptos y las propias reglas de juego, a conveniencia de cada interesado. Hace poco aún aplaudíamos unánimemente, con motivo de su muerte, la labor conciliadora y democrática de Adolfo Suárez. Hoy parecen demasiados los que ya aplauden el silencio sobre él y sobre lo que representaba. La transición modélica se ha devaluado y algunos parecen cansados de aplaudirla. Y no falta quien crea que esto es un logro de Podemos, lo cual es claramente erróneo, porque, si se miran los tiempos, se ve que fue justamente al revés y que Podemos es una consecuencia de esos desapegos del entendimiento, del consenso y ya no sé si también del Estado de las Autonomías.

El problema no son los mediáticos profesores «contra la casta», que intentan legítimamente ocupar un lugar en el mapa político español. Lo malo son todos los que ya no se miran con simpatía entre sí porque han empezado a descreer neciamente de sus propios logros (véase Cataluña). Solo falta que un día despierten añorando algún orden autárquico y que alguien les compre la idea a cambio de un ideal bolivariano, lepeniano o pseudosocialdemócrata sueco. Entonces sí que tendremos mal rollo de veras y nos costará volver al buen camino. Porque no siempre es fácil desandar los malos pasos.