Marcho que teño que marchar

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

02 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Parece que al ministro Wert se le ha concedido una beca Bibiana Aido y emprende viaje a París tras los pasos de su novia. Deja atrás una generación de jóvenes universitarios que no pueden hablar más de un minuto seguido, tal como revelaba esta semana este periódico. No sé si la palabra está sobrevalorada. Las patrias de los siglos XIX y XX se formaron con mucha sangre y mucha pólvora, pero la guerra de secesión de los Estados Unidos, que ahora se ha vuelto a recordar con lo de la bandera de la Confederación como símbolo del racismo, no podría haberse ganado sin los principios expresados por Thomas Jefferson y Abraham Lincoln. Pero la palabra debe ser medida para que tenga valor. Lo peor de las dictaduras caribeñas es la verborrea. Hablar desde el poder, ante una cámara, como Chávez y Maduro, sin interlocutor que te contradiga -sería más bonito que lo hubiera y que, tras discrepar, le cortaran la cabeza- es más grave que militarizar los supermercados. Me cuenta un antiguo niño de la revolución cubana que recuerda acostarse con Fidel Castro hablando por la televisión para encontrarlo allí mismo al levantarse la mañana siguiente, vamos, como el dinosaurio de Monterroso. Por aquí se dice que o falar non ten cancela. Pero los jóvenes y Carlos Floriano no son capaces de articular un discurso coherente que dure más de sesenta segundos. Y eso no es ni siquiera un rosco de Pasapalabra. Político emigrado que deja atrás los cacharros rotos y empieza por bé: Bert. No, Bibiana. ¡Cachis!