Aló Manuela, Aló Pablo, el Ministerio de la Verdad

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

16 jul 2015 . Actualizado a las 10:48 h.

El tiempo político transcurre en España a tal velocidad, que comparar el tablero de juego actual con el que alumbraron las elecciones generales del 2011 se convierte en un ejercicio alucinante y de difícil comprensión. Tal vez por esa contracción del tiempo político a la que asistimos, acontecimientos que han sucedido en realidad hace muy poco nos parecen ya lejanos y superados. Pero conviene recordar algunas cosas si no queremos hacernos trampas a nosotros mismos, ni que nos den gato por liebre. En noviembre del 2013, poco antes de la fundación de Podemos, Pablo Iglesias afirmó esto en una entrevista: «Que existan medios privados ataca la libertad de expresión». Quien no se lo crea, puede verlo aquí https://www.youtube.com/watch?v=286-YwQgoAU.

Alguien podría decir que se trata de un pecadillo político venial de alguien que todavía no era el líder de un partido. Pero es que el 3 de julio del 2014, hace solo un año y doce días, siendo ya eurodiputado de Podemos, Iglesias insistía: «Los medios de comunicación, por lo menos una parte, tienen que tener mecanismos de control público».

Esta es la visión sobre los medios de comunicación privados de un dirigente político que, por cierto, debe todo su liderazgo y su fama a su aparición en tertulias de televisiones privadas en las que siempre se le permitió decir lo que le petara, incluso criticar al dueño de la cadena de la que cobraba sustanciosos emolumentos por cada aparición. Y, por tanto, a nadie debería extrañarle que en el Ayuntamiento de Madrid, controlado por Podemos pese a no haber dado la cara con su nombre en las elecciones municipales, y cuya portavoz es miembro del Consejo Ciudadano de Podemos, los medios de comunicación privados sean considerados como los sospechosos habituales.

Dado que no tiene todavía el poder para instalar el control público de todos los medios que plantea Iglesias, el Ayuntamiento madrileño ha optado por crear un remedo de aquel Ministerio de la Verdad que George Orwell imaginara en su novela 1984, sin sospechar que solo 31 años después del que da título a su obra su metáfora se convertiría en realidad en esa España que tan bien conoció el escritor y periodista británico.

Más allá del despropósito político que supone la creación de la página web Versión Original, con la que el Ayuntamiento de Madrid invierte la norma democrática, de manera que no es la prensa libre la que controla al poder político, sino al revés, el hecho pone de manifiesto el peligro que representan para la sociedad democrática aquellos que se creen en posesión de la verdad absoluta, una verdad que no admite interpretación, matiz, opinión o crítica, porque es única e inmutable. Y, sobre todo, es suya.

El dislate del Ayuntamiento de Madrid nos sitúa a un paso de tener que sintonizar el programa de televisión Aló Manuela, y luego Aló Pablo -como aquel Aló presidente en el que Iglesias aprendió de Hugo Chávez el peligro de la prensa libre-, para poder conocer la verdad absoluta.