El desafío total de Rajoy

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

04 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Si los brillantes portavoces del Gobierno y del PP dicen que no hay intención electoral en la rebaja del IRPF, será verdad. ¿Para qué nos van a engañar? ¿Nos han engañado alguna vez? O sea, que este cronista da por buena su versión, acepta que solo es una rebaja técnica facilitada por la buena marcha de la economía y la recaudación y asume que nuestro Gobierno es un dechado de bondad que jamás antepone sus intereses electorales al bienestar del contribuyente. Temo, sin embargo, que no todo el mundo sea tan crédulo y me atrevo a sospechar que la mayoría de la gente sí piensa en la intención electoral. Esa gente desconfiada no acaba de dejarse convencer por una generosidad tan sobrevenida en un equipo que tan afanosamente buscó el equilibrio presupuestario. Y mucho menos piensa que un Gobierno que combate con tanta dureza el populismo caiga él mismo en otro populismo ejercido desde el poder.

Metido entre esas dos versiones de la intención gubernamental y su credibilidad, propongo un acto de felicitación a los señores Rajoy y Montoro por la cantidad de desafíos que han asumido. Me salen estos cinco:

1.- Desafío a la lógica política. Si hacen algo sin intención electoral y después tiene efectos electorales, habrán conseguido un prodigio. Y algo más valioso: si en unos pocos meses logran cambiar la intención de voto y dar la vuelta a las encuestas, habrán aportado a la ciencia política una experiencia interesantísima sobre el manejo de la opinión pública.

2.- Desafío a los objetivos de déficit. Bruselas advirtió de los riesgos de salirse del límite por ser año electoral. El Gobierno, sin embargo, no tiene miedo a ese peligro y da un ejemplo de valentía y capacidad de control sin hacer recortes y haciendo un regalo al contribuyente.

3.- Desafío a la técnica fiscal. Lo puso de manifiesto el presidente de los técnicos de Hacienda, Carlos Cruzado, por la dificultad de aplicar dos escalas distintas a un mismo ejercicio. Pero es tal la confianza en esos técnicos, que el intento vale la pena y servirá como experiencia para otros países.

4.- Desafío a la lógica de las cuentas. Para devolver a los funcionarios la paga extra hacen falta muchos estudios y comprobaciones. Para resolver la listas de espera en la Sanidad hay que esperar una mejora de las arcas públicas. Para una rebaja general de impuestos todo resulta de una gran sencillez.

Y 5.- Desafío al votante. Aunque se excluya la intención electoral, se abre un período de análisis apasionante que ocupará mucho a los sociólogos: saber cuántos ciudadanos han cambiado su voto por 10 o 15 euros mensuales.

Conclusión: no me digan que no vale la pena esta rebaja fiscal. Hará cambiar los supuestos del análisis político.