La última foto de una época

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

03 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El único restaurante que conozco con un busto del rey Juan Carlos presidiendo el comedor es Casa Lucio, en la Cava Baja de Madrid. Lucio Blázquez es un viejo restaurador autodidacta que empezó a trabajar de niño, dio de comer a todo tipo ilustre que pasó por la capital y presume de haber sentado a las dos Españas en la misma mesa. Su álbum de fotos es una galería de personajes del último medio siglo de todo el mundo y con su libro de firmas se podría construir una parte de la historia reciente. Uno de esos comensales frecuentes fue el rey Juan Carlos I, que, cuando Lucio se quedó calvo, le empezó a llamar El Rizos.

Estoy seguro de que, de todas la cenas que sirvió Lucio, la que más le enorgullece es la de este miércoles: la del rey con sus cuatro presidentes del Gobierno vivos. Se ha visto pocas veces esa imagen: algún encuentro en La Zarzuela, alguna coincidencia en actos de gran solemnidad como el funeral de Suárez y poco más. Tuvo que llegar el 30.º aniversario de la entrada de España en las Comunidades Europeas para que el rey les dijese: «A ver si nos reunimos algún día». Hubo una cena de despedida y homenaje de políticos de UCD y de los primeros gobiernos del PSOE, hubo encuentros individuales, pero nunca esa foto simbólica en la que cabe la historia de la democracia española.

Son cuatro presidentes. Cada uno, con su estilo de gobierno. Cada uno, con su alto concepto de sí mismo: González, convencido de que fue quien modernizó a España; Aznar, que tantas veces dijo que rescató a España de la cuneta; Zapatero, que aún presume de sus avances sociales y celebra cada país que legaliza los matrimonios gais; Rajoy, que salvó al país de la catástrofe económica. Aznar le dijo un día a su antecesor: «váyase, señor González»; Zapatero sucedió a Aznar entre gritos de «¿quién ha sido?»; Rajoy echó a Zapatero y lleva cuatro años reprochándole su perniciosa herencia. Hay en esa mesa tantos rencores como presidentes y hay un símbolo de concordia que los une y les dio continuidad, y ese símbolo es el rey.

Individualmente han cometido errores y les debemos aciertos. Cada uno creyó reiniciar la historia de España y recibirá distintas valoraciones. Todos juntos son la imagen gráfica de lo que ya se empieza a conocer como «la casta». Incluido Rajoy, el único que sigue en la política activa, representan un tiempo que vive agitaciones de cambio. Quizá sea la última foto de una época. La próxima ya será con otro rey y quizá con otro presidente, que el futuro sigue sin estar escrito. Lo importante es que todos llegaron al poder por designio de los ciudadanos, limpiamente democrático, cosa que nunca había sucedido en la azarosa historia de este país. Ese es el valor de la foto.