Sargento Benítez

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

01 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Como futbolista fue centrocampista en el Parla y en el Linares. Los jugadores, cuando estaba en el Valencia, para meterse con él, le llamaban el 10, por Maradona. Los banquillos se le han dado mejor. Tiene fama inmerecida de sargento, porque, en realidad, Rafa Benítez es un fanático del trabajo y de los datos. Quiere meter en un ordenador hasta el último detalle. Como si el azar del fútbol se pudiese cuadricular y sacarle décimas y fórmulas al balón. Le ha ido bien, mal y regular, como a todos los técnicos de larga vida. Empezó mal en el Valladolid. Mejoró con el Extremadura y despegó con el Valencia. Al ficharlo, se preguntaron allí: «¿Pero quién es Benítez, si el único Benítez famoso que hay es torero?». No era el torero. Y les dio dos ligas. Sabe meter el gancho a los futbolistas. Suyo es el milagro de conseguir que Mista fuese pichichi. Es extraño que Florentino lo haya fichado. A Florentino solo le va ser protagonista y Benítez no es Queiroz. Dicen que lo trae por su madridismo de pedigrí (hace veinte años entrenó al Castilla) y, sobre todo, para atar en corto a las estrellas. Para Benítez, nadie es indispensable. ¿Nadie? ¿Ni Cristiano? ¿Ni Sergio Ramos? Ya veremos. Con el tiempo, ha aprendido a ceder y por ahí irá su gestión del vestuario con más egos por baldosa. Niega que el juego de sus equipos sea rácano. «En el Napolés batí el récord de goles». Y sabe que el público del Bernabéu es exigente como el tendido del siete en las Ventas: quiere que se gane siempre, pero además que se juegue bonito. Hay que suponer que en el Madrid, esa caja de caudales, no le pasará lo que sucedió en el Valencia y por lo que se fue al Liverpool en una de sus frases más famosas: «Les pedí un sofá y me trajeron una lámpara». Décimo técnico, y este con carácter, de un presidente al que ya solo le falta salir él a tirar los penaltis.