PSOE y PP, calculada autodestrucción

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

24 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya sabemos para qué sirve el Senado: para que el presidente del Gobierno le zurre la badana al Partido Socialista con todas las de la ley. Lo hace periódicamente, aunque puede alegar que es en legítima defensa: casi siempre en respuesta a las agresiones recibidas del principal partido de oposición. Ayer, en boca del senador del PSOE Óscar López, que llegó a llamar a Rajoy extremista y antisistema por haberle dado a Bárcenas el consejo más famoso de la historia política española: «Sé fuerte». Y el presidente replicó con artillería pesada: no le replicó al bueno de Óscar, sino que disparó directamente contra Pedro Sánchez, el hombre de quien ya nadie se puede fiar porque faltó a su palabra de no pactar con Podemos.

Están bien estas sesiones de estopa parlamentaria. No resuelven nada, pero entretienen a cronistas de televisión, que tienen material para llenar el minuto que les dejan los editores de telediarios. Y están bien, sobre todo, para Podemos, Ciudadanos y otros partidos todavía menores, grandes beneficiarios de estos zarandeos: cuanto más se despedazan entre sí los partidos tradicionales, más facilitan el crecimiento de los emergentes. De hecho, el PSOE trabaja concienzudamente para hundir al PP, como es su obligación, pero contribuye a que suba la cotización de Ciudadanos. A la inversa, el PP entiende que su adversario es el PSOE, quiere barrerlo del mapa, pero lo que consigue es que del desprestigio socialista salga fortalecido Podemos.

No es un episodio menor. Si uno de los valores máximos del bipartidismo ha sido hasta ahora la estabilidad; si perder el bipartidismo a manos de las nuevas fuerzas políticas es uno de los riesgos del panorama que seguirá a las próximas elecciones; si, además, los desafíos que prepara el independentismo catalán exigen unas fuerzas centrales vigorosas, entiendo que Rajoy y Sánchez debieran sentarse a echar una pensada sobre el juego que se traen.

Entiéndaseme bien: no se trata de montar un tongo entre los grandes para repartirse el pastel. No se trata de renunciar al juego poder-oposición que caracteriza a la democracia. No se trata de que uno renuncie al control que le corresponde, ni el otro reciba la hostilidades poniendo la otra mejilla. Se trata sencillamente de lo dicho: de no destruir al adversario, y lo escuchado en demasiados debates denuncia esa intención destructiva. Si el fruto de la ofensiva socialista es que Rajoy y el PP dejen de ser estandartes de la derecha, entraremos en un período de incertidumbre. Pero si el fruto de la ofensiva de Rajoy y del PP es que Podemos sea la alternativa, la palabra incertidumbre se convertirá en deterioro de confianza. Creo modestamente que todo esto merece una reflexión.