Los finales posibles del narcoculebrón bolivariano

Julio Á. Fariñas GUARIMBAS

OPINIÓN

23 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Venezuela y los países de su entorno llevan años compitiendo en la producción de interminables telenovelas, a cada cual con un argumento más enrevesado. En la República Bolivariana está haciendo furor un narcoculebrón en el que se acaba de conocer la identidad del malo, malísimo: Diosdado Cabello, un teniente golpista en la reserva a quien el Comandante Eterno le llamaba «ojitos verdes» y del que no se fiaba demasiado.

Era el eterno sospechoso de los malpensados, salvo para Nicolás Maduro. Ahora, después de las pruebas aportadas por un cualificado miembro del servicio que se vendió al imperio, el capataz sigue sin querer aceptar la realidad de los hechos. Para calmar los ánimos, todo lo que se le ha ocurrido a Maduro, después de escuchar al gurú de La Habana, fue anunciar una gran campaña internacional de apoyo a Diosdado, ordenar a los otros poderes del Estado que le muestren su apoyo incondicional y esperar a que escampe.

El director del serial, según dan a entender los expertos, prepara un final poco original: un autogolpe de Estado como el de abril del 2002, esta vez con la aquiescencia del Departamento de Estado, y cuyo protagonismo atribuirían a Diosdado y a los suyos, lo que daría pie a su detención, sin derecho a extradición, porque lo prohíbe la Constitución bolivariana. Este sería el final más radical.

El interrogante que plantea este hipotético desenlace es si Ojitos Verdes tragará el cebo. Si no traga, la suerte de Maduro y de Diosdado está echada. Caben otros finales. Atentos a sus pantallas.