¿Por qué mantiene el Ministerio de Sanidad el veto a la vacuna de la meningitis B? ¿Cómo puede el ministro seguir en esa posición y recomendar al mismo tiempo que la vacuna se use con «criterios de salud pública»? ¿No siguen ese criterio la Asociación Española de Vacunología ni el comité asesor de vacunas de la asociación de pediatras? ¿Cómo puede afirmar el ministro que en España la vacuna está sujeta a «estricta prescripción médica» cuando ha prohibido su venta en farmacias? ¿Qué pasa cuándo un pediatra la prescribe a sus pacientes? ¿Tiene sentido mantener ese veto, que empuja a los padres a comprarla en el extranjero, y advertir de las estrictas condiciones de conservación que exige ese fármaco? ¿Cómo puede afirmar que «lo más importante es que siempre sigan lo que le diga el pediatra»? ¿No es precisamente lo que están haciendo tantos padres que van a comprarla a Portugal? ¿No serán otros los motivos del ministerio? ¿Es casualidad que la positiva y sensata reacción del presidente de la Xunta se produzca en plena recta final de una campaña electoral en la que todos se juegan mucho? ¿Mantendrá esa actitud después del domingo? ¿Por qué la limita a la vacuna de la meningitis B y no la extiende a la de la varicela, en la que también el ministerio enfrenta su postura a la que mantienen los médicos especialistas en infancia y los expertos en vacunas?