¡Ay!, si hubiera en Galicia 10.000 Beiras

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

20 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«Banda de delincuentes», «cuarto Reich», «pecera llena de pirañas», «estepa siberiana», «nazinecios», «nazis en versión tosca», «morralla de esterco contaminado»: estas fueron algunas de las lindezas que, según la corresponsal de este periódico, Elena Silveira, dedicó Beiras a sus adversarios del PP (enemigos, habría que decir, visto su lenguaje guerracivilista) en un mitin pronunciado el lunes en Arteixo, sede, entre otras empresas que contribuyen día a día a construir este país, de Inditex y de La Voz. Gran contraste: unos hacen país y otros intentan deshacerlo.

Aunque el político nacionalista nos tiene ya acostumbrados a una forma de expresarse que consiste en intercalar de vez en cuando algunas palabras sueltas entre la caterva de insultos que conforman siempre el nervio central de sus discursos, lo de «nazis en versión tosca» es un hallazgo que sorprenderá incluso a los que ya nada de lo que diga o haga Beiras les llame la atención. Y es que, para entendernos, los gobernantes de un ayuntamiento democrático (donde el PP tiene 11 concejales por tres del BNG, partido al que Beiras pertenecía, antes de su espantada, cuando se celebraron las locales de hace cuatro años) son para el dirigente de Anova la versión tosca del nazismo, de lo que hay que deducir que la versión pulida o refinada (los dos genuinos antónimos de tosco) era la practicada por los nazis en Auschwitz, Dachau o Buchenwald. ¡Sencillamente inenarrable!

En realidad, Beiras es hoy el prototipo del político que haría imposible el sistema democrático. Pues la democracia se basa en el principio de que el oponente es un adversario que defiende legítimamente sus ideas y no un enemigo a exterminar. La democracia exige no solo respeto por la pluralidad ideológica y política (respeto sin duda compatible con la crítica a las ideas del contrario), sino incluso un consenso básico sobre las reglas de juego, de entre las que una es fundamental: la de que son nuestros acuerdos los que posibilitan nuestras discrepancias.

Voltaire lo expresaba con una frase celebérrima: «Yo no estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero me pelearía para que usted pudiera decirlo». Beiras no: Beiras cree ser el único gallego en posesión de la verdad, pese a que sus paisanos lleven casi cuatro décadas dándole, no la razón, sino la espalda.

La política gallega puede funcionar porque solo Beiras ha hecho del insulto su discurso y de la provocación su forma de actuar, manifestada habitualmente en el parlamento de Galicia. Si allí y en las demás instituciones otros muchos se comportasen como él la vida pública sería insoportable y los enfrentamientos entre políticos pronto se traducirían en la calle, haciendo imposible la convivencia ciudadana. Beiras, dicen sus aduladores, es una figura irrepetible. ¡Menos mal!