Por qué Rajoy quiere seguir

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

28 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay (había) que ser muy imaginativo para pensar que Rajoy no repetiría como candidato. Para dar esa alegría a la oposición y a algunos dirigentes del PP se tendrían que dar algunas condiciones: 1) Que Rajoy se encontrase cansado, sin alicientes para seguir, aburrido de su cargo y decidiese tirar la toalla. 2) Que hubiese un fuerte movimiento de rechazo a su liderazgo dentro del partido. 3) Que hubiese, al mismo tiempo, un candidato alternativo con respaldo, ganas y fuerza para tumbarle. 4) Que la estructura del partido permitiese ese movimiento sucesorio con naturalidad y sin que el aspirante fuese condenado al ostracismo por conspirador. Y 5) Que el Partido Popular se acostase el 24 de mayo como gran derrotado, con menos votos y menos concejales que cualquier otro.

Ahora dígame usted cuál de esas condiciones se da: a mi juicio, ninguna. Incluso la más incierta, que es la quinta, parece altamente improbable. Por mucho que pierda el PP en las autonómicas, la peor encuesta vaticina que será el partido más votado. Y por mucho que se le castigue en las municipales, será el partido con más alcaldes. ¿Motivos? El PSOE está peor y los nuevos ni siquiera tienen estructura para presentarse en todas las circunscripciones. Será lógica una pérdida de poder territorial (reconozcamos que es abrumadoramente hegemónico), pero no será una derrota. La invitación de Núñez Feijoo a una reflexión si se pierde da mucho que hablar, pero solo es una inteligente provocación.

Y quedan los otros aspectos: la voluntad de Rajoy y la existencia de un aspirante. Rajoy quiere seguir, lo dijo ayer, y si no quisiera seguir diría lo mismo. No hubo ni habrá presidente que no aspire a repetir. En su caso tiene la aspiración humana de coronar su gestión económica con la meta soñada: aprovechar el cambio de ciclo para dejar la presidencia después de ocho años con alto nivel de empleo y en máxima prosperidad. Si, además, en ese tiempo se arregla Cataluña y se consolida Felipe VI, éxito completo. La gloria sería eso: coger un país en ruina, afrontar el desafío de quienes quieren cargarse el régimen y la unidad nacional y entregar el poder con todo resuelto. Es un sueño, pero Rajoy también sueña. Como usted y como yo.

¿Y la crisis interna del Partido Popular? Ni es momento para que Rajoy hable de eso, ni hay movimientos sediciosos. Hay descontento, hay nervios por las encuestas y hay discrepancias por el discurso y la estrategia. ¿Alternativas? Varias. Entre ellas, o por encima de todas, la de Núñez Feijoo, el barón más valorado. Pero el presidente gallego solo acumula méritos. Nunca moverá un dedo contra Rajoy.

Lamento que esta crónica le reste tanta emoción a las teorías conspiratorias. Qué le vamos a hacer?