Los cenizos

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

28 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Oigo un debate en la radio bárbaro sobre los cenizos, una de las tribus más arraigadas en nuestro país. Los cenizos, qué gran concepto. Son esa gente que siempre está atenta a soltarte un comentario que, en realidad, es un palada de ceniza sobre tu moral. Por algo el diccionario de la Real Academia recoge reducir a cenizas como destruir algo completamente. Y es que lo que pretenden los cenizos es destruirte, aunque su estrategia consiste en hacerlo poco a poco. Los cenizos son esa gente que nos rodea y que siempre ponen un pero a todo. Si estrenas una camisa, el cenizo en seguida te dirá que es un poco rara o que no te favorece del todo. Zancadilla. Si comentas que te salieron unas ronchas en el brazo, el cenizo, raudo, apostilla: «Uy, a zulanito le salieron unas ronchas y, al final, era cáncer. Yo de ti me iba al médico ya». El cenizo es el típico que, encantador, un día sí y otro también te suelta como si nada: «Qué mala cara tienes, ¿no? ¿Tú dormiste bien o te pasó algo?». El cenizo busca siempre el fallo. Los cenizos tienen un radar para el mal. Son felices complicándolo todo. Nunca la cena está de su agrado. Siempre le pasa algo al local en el que quedas con ellos. Como dijeron en ese debate de la radio, los cenizos son vampiros energéticos. Nunca están de buen rollo. Ellos están abonados a la tragedia e intentan que los demás también lo estemos. Es mejor afrontar la vida con una sonrisa que con un comentario que busca el amargor. Pero la gran pregunta es ¿son los cenizos felices o sufren? No lo sé. Hay demasiada gente suelta que disfruta con el mal ajeno.