Golpes, contragolpes y el sillón hinchable

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

14 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Me pido para todos los años campañas electorales como esta. La de ahora está resultando divertidísima y no se le puede pedir más suspense. Eso de ver en una encuesta cuatro partidos casi empatados a votos, con una mínima diferencia de tres puntos, que lo mismo hace presidente a Mariano Rajoy o a Pablo Iglesias, es de una emoción incontenible. Nunca nos habíamos visto ante una incertidumbre mayor.

Dan ganas de hacerse amigo de un encuestador para que nos vaya cantando el minuto a minuto como si fuera un partido de fútbol o baloncesto. Se podría retransmitir: «Contragolpe de Ciudadanos, que domina el medio campo; débil defensa del PSOE, incapaz de contener la ofensiva de Podemos; el PP, que salía como favorito, está pidiendo la hora?».

Después tenemos los debates. El de ayer fue de una gran profundidad intelectual: los parecidos razonables, que inauguró Felipe González. Felipe es tan imaginativo que ve que Pablo Iglesias se parece a Aznar, a lo cual Pablo responde que los parecidos son el propio González y Aznar, y en eso consistió el hondo e ideológico debate de ayer.

El pobre Pedro Sánchez se quedó sin tener a quién parecerse. Y, como Felipe habló en el chéster de Pepa Bueno, doña Esperanza Aguirre también ideó su chéster, un sillón hinchable para escuchar al vecindario. Se acaba la sesión de desahogo, se desinfla el sofá, y a otra cosa. Lo llama consultorio, el consultorio de Espe. También podría llamarlo confesionario. Lo malo es que sea hinchable: alguien se lo puede pinchar. Lo bueno es que sea hinchable, porque tiene a quién parecerse: a la misma campaña electoral.

Es reseñable la cruz de algunos medios de comunicación, sobre todo los defensores del Gobierno. Como sabéis, Podemos empezó a atizarle a Ciudadanos por un quítame allá un puñado de votos y le llama marca blanca y cosas así, y esos medios tienen un problema de imposible solución: si se ponen de parte de Ciudadanos, lo ayudan a crecer más, con lo cual perjudican a su PP; pero, si tratan de evitar ese daño y destacan a Podemos, hacen campaña a favor de la izquierda, y tampoco es eso.

Y lo más de lo más, los discursos, capaces de inspirarnos dudas insospechadas. Este cronista vive en penosa zozobra desde que Rajoy dijo que busca el voto de los «seres humanos normales». Si por algún azar de libertad personal decidiera votar a otro partido, ¿merecería ser considerado un «ser humano normal»? Y algo peor, desde una perspectiva territorial: ¿son seres normales los vascos, que votan nacionalismo? ¿Son normales los catalanes, empeñados en dejar al PP como partido casi testimonial? ¿Y qué me dicen de los andaluces, que le han arrebatado al PP el título de primera fuerza política? Dicho lo cual, solo sé gritar: ¡socorro!