El triste papelón del Banco de España

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

17 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La banca de los ricos usa ambientadores de marca y decoración suntuaria, pero en cuanto abres la escotilla de la bodega se dispara por cubierta un olor nauseabundo. Acaba de comprobarse, una vez más, con la Banca Privada de Andorra y su filial española, el Banco Madrid. Todos los ingredientes en descomposición se arraciman en sus sótanos. Pongámosles las respectivas etiquetas: paraísos fiscales, sicav, puertas giratorias. El departamento del Tesoro de Estados Unidos, que sorprendentemente olfatea mejor a través del océano que nuestros sabuesos a un palmo del foco infeccioso, acaba de detectar el componente más hediondo: el blanqueo de capitales del crimen organizado.

Y a todo esto, ¿dónde estaban nuestros vigilantes de la playa? ¿En qué se entretenían los inspectores del Banco de España? ¿Por qué la entidad facilitó pasaportes de entrada a los banqueros andorranos? ¿Nadie les había advertido que Andorra, cuya banca gestiona recursos 17 veces superiores a la riqueza del principado, tenía todas las pintas de un paraíso fiscal? Si lo sabían, son responsables por hacer la vista gorda. Y si no lo sabían, lo son por incompetentes.

La Banca Privada de Andorra, propiedad de los hermanos Cierco, adquirió el Banco Madrid a la Kutxa vasca en el verano del 2011. La operación recibió el plácet del Banco de España, capitaneado a la sazón por Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Como propina, los hermanos Cierco se llevaron también a dos destacados directivos del Banco de España: a José Pérez, director del servicio de supervisión, lo colocaron en la presidencia de Banco Madrid, y a Soledad Núñez, directora general del Tesoro, en el consejo de la entidad. Las puertas giratorias funcionaban que daba gusto.

Aquello fue «un error», por utilizar palabras del ministro De Guindos. Pero después vino el PP, nombró a Luis María Linde gobernador del Banco de España y, en vez de enmendar el error, lo multiplicó. Banco Madrid se dedicó a engullir fondos de inversión rescatados con dinero público -el Nordkapp del Banco de Valencia, el BMN, el Liberbank-, mientras la amnistía fiscal de Montoro contribuía a engordar las cuentas de la entidad con los dineros de Pujol y congéneres. La puerta entornada de Fernández Ordóñez se abrió de par en par y los bancos andorranos entraron en España como Perico por su casa. El Crèdit Andorrà se hizo con el Banco Alcalá y el Andbank se incorporó al negocio mediante la absorción de Inversis. Y el Banco de España, a velas vir. Hasta que Estados Unidos mandó parar.

Las consecuencias de la pasividad oficial las resumió perfectamente, en una entrevista en el diario Expansión, el propio presidente de Banco Madrid. Presentado como «uno de los economistas que mejor conoce los entresijos del Banco de España», José Pérez declaró entonces: «La laxitud de los controles han derivado en costes muy elevados para el sistema y para los contribuyentes, con pérdidas graves de bienestar para el conjunto de la sociedad». Tenía razón.